Paseaban de la mano dos adultos
cuando uno retó al otro.
Se hallaban en la esquina del edificio
que daba a su portal:
- ¿A ver quién llega antes?-.
Uno salió por el camino de la izquierda,
tranquilo y sosegado;
el otro por la derecha con ilusión,
corría sonriendo para llegar el primero.
Llegó antes contra todo pronóstico
el que había elegido el
zurdo camino y esperó paciente.
El otro, nunca llegó,
lo arrolló un coche muriendo en el acto.
Desde entonces, se dice, que los adultos
se olvidaron de jugar
y desde entonces, se dice,
los niños cruzan la calle de la mano,
sin poder correr,
y enfadados con las tantas prohibiciones.
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