de una mano
como los gestos
universales de saludarse
y despedirse,
siendo seguramente
el primer símbolo
de la relación de tu vida.
Cuando naciste
te cogí como si fuera
la primera vez
que soportara un peso,
te miré sabiendo
que era la primera vez
que me ubicaba en mi vida
y te dije: ¡Hola, hijo!
Ese fue el comiendo de todo.
Cumples cinco
como mi número favorito.
Cumples cinco
como el piso
en el que vivimos,
como el piso en el
que siempre viví.
Cumples cinco
como el número de la lista
que me tocó
durante toda primaria
gracias a mi apellido,
que es el mismo que el tuyo.
Cumples cinco
como el ritual de besos
que completo
todas las mañanas.
Siento tu gusto y tu deseo
por seguir haciéndote mayor,
cada vez más independiente,
cada vez más inteligente.
La cantidad de palabras
que utilizas
ha crecido exponencialmente
con el paso de los meses.
Tus conversaciones
son tan complejas
que espero ansioso
la creación
de tu primer texto,
si yo hice miles
tú harás decenas de miles.
Eres niño por mil motivos,
pero yo soy tu padre
por motivos que desconozco,
pero que son los más
importantes de mi vida.
Una mano entera, colega.
La misma mano de siempre
pero cambiante en tamaño,
en formas y en gestualidad.
La mano que te cogeré
hasta que me dejes cogerla,
sin pudor ni vergüenza,
con honor y compromiso,
con orgullo y clase,
hasta que me muera.
Y después de mi muerte,
tus palabras sumadas
a las mías,
para seguir con el legado
que un día de niebla
pactamos llevar a cabo.
No estamos distanciados,
tú te estás diferenciando
de lo que te parece
importante estar espaciados
para llegarnos desde otros lugares,
con diversos sabores,
inauditos olores
y genuinas miradas.
No conozco nada más
auténtico
que tu persona
de carne y hueso,
que tu esencia
repleta de dignidad,
que tu voz
proyectada en el
vasto océano
de las cosas que esperan
ser encontradas.
Ahora que estás aprendiendo a leer
descubrirás un nuevo mundo
de rincones imposibles
y palabras pendientes
que estaban esperándote.
Me quedaría a vivir
en cualquiera de tus manos,
con cualquiera de tus dedos vecinos,
para tumbarme en tu palma
y que me arroparas con tu puño.
Las grietas y las heridas,
la memoria conjunta
de un papa y su hijo
o de un hijo y su papá,
transcendiendo a la ceniza
para reposar en el recuerdo.
_A tu mano entera, canalla_
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