domingo, 31 de diciembre de 2023

Chao 2023

El balanceo más bonito
de este curso
ha sido el de mis hij@s
en los columpios.
Defiendo los parques
como quien en contraposición
defiende los tanques.
Cada vez más guerras
televisadas
y menos sobresaltos
en los salones de casa.
Cuidado con normalizar
la miseria, la injusticia
y el maltrato.

Celebro las relaciones,
todas aquellas que nos
hacen sentir seguras.
Los casamientos, los embarazos
e incluso alguna muerte
abriendo una lata de mejillones,
Hipocresía cero,
políticamente correcto
en entornos opresores nunca.
Homenajeo las partidas
de algunas personas,
como siempre,
e inauguro nuevas bienvenidas
a otras.
Mi refugio sigue siendo eso,
un BLOG con esencia de herencia
para cuando ya no sea más
que polvo de hueso,
un recuerdo.

Mis hij@s crecen y maduran
y yo no tengo la vista puesta
más lejos que de eso.
Su madre,
mi mujer y mi amiga,
envuelta en el enésimo
proyecto vital de su vida,
dando ejemplo.
Y yo, más contento que
unas castañuelas,
cierro el año con las defensas bajas.
El cachorro grande también,
colocado de medicamentos
pero con un estáis de ánimo
digno de los que curan
la depresión.
Y la pequeña, ay la pequeña,
tan fuerte como un roble,
tan fuerte como su madre
proporcionándonos la lección
de nuestra vida,
la de la solidaridad
de ponerse a un lado
cuando l@s más necesitad@s
nos requieren.

Despedimos a 2023
con niebla por la mañana
y frío durante todo el día,
aunque menos del que debería.
Nos acordaremos de este año,
entre otras cosas,
por ser el más caluroso
de la historia,
y eso no es una buena noticia.
El planeta avanza
pero involuciona
proporcionalmente.
Lo llevamos diciendo un tiempo,
en el momento en que te piensas
si activar la calefacción
o poner el horno
para hacer un bizcocho,
entras dentro de la categoría
de pobreza energética.

A mí, por suerte,
no me ha faltado de nada
en este 2023.
Sigo con las fuerzas suficientes
para valorar más y mejor
lo positivo que lo negativo,
lo cual,
gana por goleada a lo indeseable.
Cuando más me resiento
es en el balance
como padre,
en cómo he sido capaz
de estar al lado de mis hij@s,
en dónde les he fallado,
que lo he hecho y mucho,
y en cómo he podido o sabido
salir del paso.
Porque no soy experta en crianza,
pero a compromiso
no me gana nadie.

Estamos apunto de dejar atrás
uno de los años, cuyo número,
atraviesa nuestras vidas
por muchos motivos:
el veintitrés.
Insisto en dar las gracias
a las personas 
que me acompañan
y me dan el permiso necesario
para que las acompañe.
Gracias a las personas
que me piensan y me cuidan,
cada una a su manera,
faltaría más,
con todas sus peculiaridades
y méritos.
Gracias también,
a las que conscientemente
ya no forman parte
de mi día a día,
por algo será,
toxicidades fuera.
Gracias a las ideas,
palabras y conceptos
que me han seguido
construyendo como el que soy,
de arriba a abajo,
vestido o desnudo.

Pido perdón
a los lugares donde
no he sido capaz de llegar
y a las personas
que hayan sentido
que no he estado a la altura.
Sigo caminando, no me detengo.
Deseo paz, justicia y humildad,
no en términos sagrados,
sino en los comunitarios,
sociales y vecinales.
Celebro mi casa, La Mariana,
qué después de 8 años
sigue siendo
uno de los amores
más influyentes de mi vida,
se dice pronto,
pese a todas las adversidades
y cosas y personas en contra.

Así que me piro, 2023.
Te dejo atrás
en mi forma física
y me acordaré de ti
a través de las fotos,
los textos
y algún que otro sueño.
No te echaré de menos
porque sigo afincado
en el inmediato presente
con vistas al futuro.
Desde que cachorreo en casa
solo me interesa exprimir
cada detalle y sensibilidad
que pueda surgir
de cada momento.

Chao 2023, gracias por todo
y que te vaya bonito,
nosotras estamos preparadas
para ponerte los cuernos
con 2024,
sin actitud ni asperezas,
deseando que cada cual
encuentre
lo que anda buscando.

_ A mis 129 textos
durante 2023_

viernes, 29 de diciembre de 2023

H4N

Cuando tu entidad física
y tu identidad
pasan a denominarse
con un código
alfanumérico,
quiere decir
que no son buenas noticias
o que cuanto menos,
te ubicas en una sala de espera
donde esperar se convierte
en un tiempo demasiado indefinido.
Era la cuarta vez 
que acudíamos
a Urgencias y sabíamos
que iba a ser la última.

Desde 1887, es el mejor
hospital pediátrico
de todo el país,
donde se incluyen todas
y cada una de las especialidades
necesarias.
Me acordé de mi escuelita,
la cual tiene muchas homónimas
pero ninguna como la mía,
especializada en un tipo
de acompañamiento
que debería de ser universal.
Quien se gana una fama,
positiva o negativa,
será por algo.
Y quien marca la diferencia,
en este caso para bien,
también es por méritos propios.

Casi después de dos horas
de espera con muchas 
preguntas curiosas por medio
y unas ganas indirectas
de zanjar el proceso,
nos atiende Rosa,
a la cual le preguntamos
su nombre en primera instancia
por si queremos dirigirnos a ella.
Por eso y porque tenemos derecho
a conocer los nombres
de quiénes nos van a atender.
Vuelve a ser recomendable
el uso de mascarilla
por eso del resurgimiento
de COVID y Gripe,
pero pudimos entrever
su gesto amable 
y su sonrisa abierta.

La única preocupación del cachorro,
como casi siempre,
era la de si le iban a hacer daño.
La mía, como siempre,
la de que le humanizaran
como persona que es
y contasen con su consentimiento
para todo.
El relato de estos últimos años,
por suerte, va de eso,
la de establecer un relato
donde preguntar es obligatorio
y aceptar las posibles respuestas
también.
El sí es sí
o el no es no,
es uno de los mayores avances
sociales de este país.

Me aseguro que se dirijan
a él por su nombre,
y Rosa,
tan buena observadora
como profesional,
se da cuenta de que le cuento
a mi hijo todo
lo que está ocurriendo,
le describo todo lo que
se incluye en el ambiente,
le lleno de amor y confianza
para que intente sentirse
un poco más seguro.
Sin saber si Rosa
lo hubiera hecho
por iniciativa propia,
me aseguro,
a partir de mi modelo,
que ella se tome en serio
la actitud de acompañar debidamente.
Y lo hace,
lo hace tan bien,
que casi pareciera
que estuviéramos
en un entorno deseado.

Cuenta con él,
le pregunta,
le pide permiso para tocarle,
le ofrece confort
con sus palabras
e incluso le da la posibilidad
de decidir ciertas cosas,
por ejemplo cuando le ofrece
volver a ponerse los calzoncillos
durante la exploración
de su cuerpo
para que se sienta 
menos invadido.
Eso no lo hace todo el mundo,
cuidar hasta el más
mínimo detalle
y que cada movimiento
y/o acción estuviera
tan bien planificada
que no daría lugar a dudas
ni miedos.
Por eso me recordó
tanto a mi escuela,
porque lo que hacemos
en mi escuela
no lo hace casi nadie
pese a pertenecer a
un mismo gremio de miles,
de miles de profesionales
que al fin y al cabo
nos dedicamos a acompañar
a la infancia.

Mientras Rosa
redactaba el informe final
y yo intentaba resolver todas
las dudas que nos habían
carcomido durantes 
estos días atrás,
el cachorro inspeccionaba
el box número dos
con una actitud casi científica.
Sentía tanto bienestar,
que se atrevió a recorrer la sala
con independencia
de lo que le dijéramos,
tocando los tubos,
arrancando el papel
de la camilla,
mirando por las cristaleras...

Rosa acababa el turno
al día siguiente
y darían comienzo
sus, seguras,
merecidas vacaciones.
Me alegré tanto
como si fuera yo
el que las fuera a coger.
Empaticé tanto,
que mis mejores deseos de estas fiestas
los deposité enteros en ella.
Nos despedimos
como si hubiéramos
salido de un maravilloso
espectáculo de circo
donde no se maltratan animales,
sino que con el propio poder humano,
se hace una magia incorruptible.

Salimos tan contentos
que en lugar
de que viniese el abuelo
a recogernos,
decidimos emprender
el camino de vuelta a casa
en autobús,
tal y como acostumbramos
en nuestro día a día.
El resultado fue
que sin cambiar
el diagnóstico previo
de las visitas anteriores
a urgencias en otro hospital,
esta vez nos dieron acceso
a nueva información,
a establecer una conversación
donde desquitarnos
y preguntar todo
lo que necesitábamos
preguntar por muy tonto
que pareciera.

Por tanto,
el derecho a la información
y a la expresión libre y personal
de todos nuestros miedos
fueron atendidos
con matrícula de honor
y esto es algo,
que por desgracia,
no debiera de ser excepcional
sino la norma y el modus operandi
de cómo ofrecer un servicio
de acompañamiento a la infancia.
Así que gracias Rosa,
no te bendigo 
porque no soy creyente,
ahora bien,
le hablaré a mi hijo
de tu práctica siempre
que pueda,
como una clase magistral
de interesarse por la infancia.

_A Rosa,
porque ella sí que salió mejor
de la pandemia
o quizá ya lo era,
en todo caso,
mis más humanizados agradecimientos_

jueves, 28 de diciembre de 2023

Amoxicilina

La amoxicilina lo mismo te vale
para curarte,
que para casarte,
para tatuártelo
o para una posible
reacción alérgica del copón.
La amoxicilina
no es ninguna inocentada
por mucho que esto
se publique el día 28.

Días raros para acabar
el año.
Las vacaciones no saben 
a vacaciones
y las celebraciones
tienen olor a alerta.
Nos ha venido dado
y sin hacernos las víctimas,
nos gustaría
que fuese de otra manera,
no por egoísmo,
sino por salud:
el gran tema del 2023
junto al cambio climático.

Salud mental
y salud física.
El sistema sanitario público.
Las intenciones perversas
de poco menos
que la mitad de un país.
Es social y político.
Y por supuesto personal.
Estamos jodidas
y no hay atisbos de mejora.
Eso unido
al miedo y sufrimiento
que sientes por otro ser
que no está en su 
mejor momento,
pues preocupa,
preocupa y mucho.

Por eso voy a hacer alarde
de cuando sonó
Amoxicilina
en el intercambio de anillos,
en dos partes,
cada una con su protagonismo
para fundirnos
en un beso final
a modo de broche.
O a cada vez que
nos agarramos 
por la espalda
para cantar la canción
que consideramos
se escribió para nosotras.
Imaginaros estar rodeadas
de miles de personas
y al mismo tiempo
sentir que el foco
solo te alumbra a ti.
O aquella vez
que fuimos a un local
de Lavapiés a tatuarte
la composición de Amoxicilina
entre la ingle y la cadera.

Pese a ser personas
históricamente sanas,
estamos unidas a un medicamento
que salva vidas diariamente
aunque menos de las que debiera.
Porque no todo el mundo
tiene acceso y oportunidad.
Depende de dónde seas,
depende de cómo seas,
depende de lo que hagas,
depende del dinero que tengas,
al fin y al cabo,
depende de quién seas
y de dónde vengas.

Hemos cubierto el cupo anual
de Urgencias en apenas dos días.
Una vez más,
me duele más el 
padecimiento ajeno
que mi propia
otitis equina.
Una vez más
que me cambiaría
por él
sin pensármelo dos veces
para que no sufriera
una brizna de dolor
hasta que por lo menos
cumpla noventa.
Una vez más
que el amor duele tanto
y da tanto miedo,
que hace que te tambalees
y dudes con cada movimiento,
con cada sensación,
con cada decisión
que debes de tomar.

Amoxicilina me recuerda 
a lo mejor de mi vida
y a momentos duros
de incertidumbre
pura y sin cortar.
Una dicotomía
con la que convivir 
y transitar
llena de incoherencias
y contradicciones
pero de las que sin duda
salgo más fuerte.

miércoles, 27 de diciembre de 2023

Lo hacen lo mejor que saben

Si bien me creo la frase,
considero que está incompleta.
Y lo hago porque también
soy familia,
soy otra de las partes
de la comunidad educativa
y sé que somos muy mejorables.
Principalmente,
porque haciendo balance
todas las noches,
colecciono una cantidad
ingente de errores
que me alejan de las posiciones
de respeto y compromiso
que merecen mis hij@s.
Por tanto,
lo hacemos lo mejor que sabemos,
pero somos más que mejorables,
pese a lo que indique
la sistémica.

Despojar a cualquiera de las partes
de su porción de responsabilidad
no me parece acertado.
Dar por hecho las cosas
como si todo origen viniese
del amor, del alma o de la bondad,
lo dejo para los lugares sagrados.
Eso sí,
coincido en lo de evitar el juicio
a toda costa
porque siempre puede
haber consecuencias
por mucho que sintamos
que lo tengamos controlado.
Lo de los tipos de caracteres,
que si agua, fuego, tierra
y demás equidistancias
también se lo dejo
a las pseudociencias.

Reconocer el error
a través del análisis
y sentir la necesidad
de ser perdonado
no es una creencia religiosa,
es una obligatoriedad constructiva
dentro de la crianza.
No voy a entrar a valorar
mi parte profesional,
eso para los clasutros
o para los ratos que quiera
llorar a solas,
entro a valorar
mi compromiso como padre
que forma parte
de la composición
de una familia en concreto.

Pues claro que lo hago
lo mejor que sé,
pero eso no me exhime
de seguir estando atento,
de escuchar lo que se me propone
y de estar preparado
para incorporar cambios.
Claro que es importante
saber de dónde vengo,
pero eso no determina 
el camino o los caminos
que día a día escojo transitar.
Claro que sé dónde quiero ir
o a dónde quiero llegar,
pero eso no justifica mis equivocaciones
ni mis perturbaciones.

Guiarse por l@s expert@s está
muy bien,
pero elegir bien 
l@s expert@s por los que guiarse
es una decisión compleja.
Este BLOG
es un manuscrito
en toda regla
de toda la pedagogía
que me atraviesa
desde antes de tener hij@s.
Una especie de borrador
modificable
donde acudir siempre que quiera
para estudiar la evolución
de mi acompañamiento
que en todo caso,
esta sujeto a mejorar
constantemente.

Yo no os pasaré los datos
para hacer la factura,
pero siempre exigiré
los requisitos de transparencia,
humildad y compromiso
en relación a seguir mejorando.

lunes, 25 de diciembre de 2023

Vacaciones anticipadas

Teníamos que reventar
por algún lado
porque por mucho 
que intentes cuidarte,
nunca va a ser suficiente.
Pese a la confianza
y las buenas voluntades,
fuerzas la máquina
por seguir aportando
al máximo,
por tender una mano
cuando crees que te necesitan,
porque cuidarse es cuidar al resto.

Pero llega un momento
que sin programarlo
y creyéndote invencible,
que no imprescindible,
detona la bomba
que llevas dentro
y hasta luego.
Son cosas que podrían
evitarse o no,
pero que pasan
porque quieres estar 
a la altura
o cuanto menos
agotar todas las posibilidades,
no es recriminable.
El caso es que explotas
y tienes que marcharte
de madrugada
con un dolor
tan insoportable
como desconocido
para que gente profesional
y curada de espanto
te cuenten lo que te pasa.

Llamas al taxi
y lo coges con capucha
porque quieres sentir
algo de alivio
tapando la oreja
por el ruido de ambiente.
El conductor es tu vecino
de la calle de atrás,
San Filemón,
que te recuerda
el nombre de tu hijo
cuando le sacabas 
por la ventana para aplaudir
en pleno confinamiento.
De aquella máxima
de salir mejores
ya no se acuerda nadie
y casi nadie salió mejor,
ni siquiera l@s desgastad@s
sanitari@s que van a atenderte
en pocos minutos.

Era la madrugada del
miércoles y al jueves
y yo todavía confiaba
en poder acudir al trabajo.
Mientras, en casa,
todas juntas y revueltas
con toses, mocos y una pizca de fiebre.
Recorro los pasillos de urgencias
tras el triaje
con una otitis de caballo.
Ojalá hubiera sido
un caballo para repartir
coches y mordiscos.
Es uno de los pocos
sitios donde nadie sonríe,
nadie padece sonrisas
sino todo lo contrario,
mientras que el trato suele
ser aséptico, estéril y exento de cariño.

Un par de inyecciones
y varias horas después,
me marcho derrotado
y con el mismo dolor
para volver en un autobús
que ya ha comenzado su itinerario.
Cuando llego al portal
miro al quinto
y las luces están apagadas,
todo el mundo duerme
tras una noche festiva
en el peor de los sentidos.
Subo las escaleras
muerto de dolor
sabiendo que nadie
va a ir al trabajo, ni al cole,
ni a la escuela, ni a estudiar.
Nos quedaremos en casa
lo más arrimaditas posible.

De repente
comienza a supurar sangre,
pus y fascismo.
La presión se libera
y voy notando algo de alivio
porque aquí nadie se atrevió
a meter en vena antibiótico.
Dejo de sentir el pitido
para coger la frecuencia
del ruido blanco,
pero ya es distinto,
ya me tranquilizo
con el mismo chándal
de la jornada anterior
que se ha convertido en la actual.

L@s cachorr@s se levantan
con su energía de siempre
pese a los desvelos, las deshoras
y el cansancio acumulado.
Solo les cuento dos cosas:
la primera que no suban 
mucho el volumen;
la segunda,
que aquí todo el mundo
comienza sus vacaciones
de manera anticipada.
Después de reventar
algo bueno teníamos
que sacar.

sábado, 23 de diciembre de 2023

Año 5 Después de Enzo

Cumple los dedos
de una mano
como los gestos
universales de saludarse
y despedirse,
siendo seguramente
el primer símbolo
de la relación de tu vida.
Cuando naciste
te cogí como si fuera
la primera vez
que soportara un peso,
te miré sabiendo
que era la primera vez
que me ubicaba en mi vida
y te dije: ¡Hola, hijo!
Ese fue el comiendo de todo.

Cumples cinco
como mi número favorito.
Cumples cinco
como el piso
en el que vivimos,
como el piso en el
que siempre viví.
Cumples cinco
como el número de la lista
que me tocó
durante toda primaria 
gracias a mi apellido,
que es el mismo que el tuyo.
Cumples cinco
como el ritual de besos
que completo
todas las mañanas.

Siento tu gusto y tu deseo
por seguir haciéndote mayor,
cada vez más independiente,
cada vez más inteligente.
La cantidad de palabras
que utilizas
ha crecido exponencialmente
con el paso de los meses.
Tus conversaciones
son tan complejas
que espero ansioso
la creación
de tu primer texto,
si yo hice miles
tú harás decenas de miles.

Eres niño por mil motivos,
pero yo soy tu padre 
por motivos que desconozco,
pero que son los más
importantes de mi vida.
Una mano entera, colega.
La misma mano de siempre
pero cambiante en tamaño,
en formas y en gestualidad.
La mano que te cogeré
hasta que me dejes cogerla,
sin pudor ni vergüenza,
con honor y compromiso,
con orgullo y clase,
hasta que me muera.

Y después de mi muerte,
tus palabras sumadas
a las mías,
para seguir con el legado
que un día de niebla
pactamos llevar a cabo.
No estamos distanciados,
tú te estás diferenciando
de lo que te parece
importante estar espaciados
para llegarnos desde otros lugares,
con diversos sabores,
inauditos olores
y genuinas miradas.
No conozco nada más
auténtico
que tu persona
de carne y hueso,
que tu esencia 
repleta de dignidad,
que tu voz
proyectada en el
vasto océano
de las cosas que esperan
ser encontradas.

Ahora que estás aprendiendo a leer
descubrirás un nuevo mundo
de rincones imposibles
y palabras pendientes
que estaban esperándote.
Me quedaría a vivir
en cualquiera de tus manos,
con cualquiera de tus dedos vecinos,
para tumbarme en tu palma
y que me arroparas con tu puño.
Las grietas y las heridas,
la memoria conjunta
de un papa y su hijo
o de un hijo y su papá,
transcendiendo a la ceniza
para reposar en el recuerdo.

_A tu mano entera, canalla_



martes, 12 de diciembre de 2023

Estuvimos hablando

Estuvimos hablando
sin el rabillo del ojo,
sin la alerta necesaria
cuando acompañas cachorr@s,
sin mirar el reloj
de manera rutinaria,
sin esperar un grito
desde el salón 
a modo de llamada,
en definitiva, sin interrupciones.

El saneamiento necesario
sin pagar 80 pavos la sesión.
Temas como el curro,
la oposición,
o la situación social actual
fueron nuestros focos
de ventilación.
En realidad,
dando igual el qué,
nos desgranamos en el cómo
como cuando de adolescentes
nos veíamos a solas
rodeadas de gente
pero sentíamos esa intimidad
irrenunciable
de un amor-volcán
al que le daba igual
qué o quiénes llevarse
por delante.

Estuvimos hablando
para hacer memoria
de cómo se habla
cuando a priori
solo estás centrada en una cosa:
en estar.
También cabía
la posibilidad
de haber perdido la capacidad
de hacerlo,
pero nuestra cantidad
de tiempo
es a la vez nuestro legado,
nuestra caja de herramientas,
nuestra habilidad mejor valorada.

Caminábamos, fumábamos
y nos dábamos las manos
con el foco
la una en la otra
sin intromisiones
de todo lo que estaba
ocurriendo alrededor.
Nuestra baza bien aprovechada
hasta la ultima gota
porque nunca sabes
cuando vendrá
la siguiente oportunidad.
Sin ápice de culpabilidad
porque consideramos
qué estamos en nuestro derecho,
sin grandes alardes,
solo convencidas
y obstinadas en complacer
una necesidad humana
que muchas veces
se ve limitada
o ni siquiera
contemplada.

Estuvimos hablando
con cafés en los bolsillos
y transbordos
en transporte público
sin mirar a nadie
por encima del hombro
porque solo teníamos
ojos para una cosa,
para la boca que teníamos
en frente
con la única buena voluntad
de besar con permiso
esperando a que nos llegase
el turno.

lunes, 4 de diciembre de 2023

Has perdido la cuenta

Has perdido la cuenta
y no sabes ni por
donde te vienen los tiros.
Pese a ser la más lista del lugar,
no es eso lo que más me gusta de ti.
En diciembre hay
muchísimas cosas
que celebrar
y tú no ibas a ser menos.
Así, aleatoriamente,
te homenajeo de nuevo
ya no solo por las molestias,
sino por el progreso
de crecer contigo
como la planta
que necesita agua, luz
y oxígeno
para seguir gritando en silencio
que existe
porque las condiciones
son las óptimas.

Lo mismo me pasa a mí
y ya nos hemos cobrado
casi el primer trimestre.
Cuando todo va bien
el tiempo pasa demasiado desprisa.
No me imagino
que pudiera ser de otra manera,
el mejor regalo
para el año más caluroso
de la historia.
Las malas noticias 
se contrarestan
con las que resultan
valientes, humildes y transparentes.
Es esas estamos,
en la de no hacer
de una tercera parte
una parte del montón,
sino el colofón que 
cierre la trilogía.

Por eso digo
que has perdido la cuenta,
porque ya no sabes
las veces que te he escrito
y me he refugiado en ti,
pese a la distancia,
pese a la ausencia de contacto,
pese a que el concepto compartir
no signifique todo
lo que nos gustaría
siempre.
Contigo me reinvento
y me invento los caminos
que los mediocres
dicen que están prefijados,
no solo por llevarles
la puta contraria,
sino por hacer de la humildad
nuestra única bandera.

La cuenta de la vieja
si quieres,
pero un día más
significa lo mismo
que un día menos,
porque mientras sientes
el sabor de la victoria
con el día transcurrido,
te embiste la nostalgia
con el día que no volverá.
Y sí, de recuerdos también se vive
y se sobrevive,
faltaría más,
historia viva
de lo que un día sentimos,
lo que nos gustaría sentir
ahora mismo,
y cómo nos gustaría sentir
de aquí en adelante.


A mí me que me maten
si quieren,
lo tengo todo.
A cuidar a las que quiero
no me gana ni dios,
y tú, 
como retrato, idea y significado,
te vienes a la tumba conmigo.

_A mi Bewüi, otra vez y las que hagan falta_