de este curso
ha sido el de mis hij@s
en los columpios.
Defiendo los parques
como quien en contraposición
defiende los tanques.
Cada vez más guerras
televisadas
y menos sobresaltos
en los salones de casa.
Cuidado con normalizar
la miseria, la injusticia
y el maltrato.
Celebro las relaciones,
todas aquellas que nos
hacen sentir seguras.
Los casamientos, los embarazos
e incluso alguna muerte
abriendo una lata de mejillones,
Hipocresía cero,
políticamente correcto
en entornos opresores nunca.
Homenajeo las partidas
de algunas personas,
como siempre,
e inauguro nuevas bienvenidas
a otras.
Mi refugio sigue siendo eso,
un BLOG con esencia de herencia
para cuando ya no sea más
que polvo de hueso,
un recuerdo.
Mis hij@s crecen y maduran
y yo no tengo la vista puesta
más lejos que de eso.
Su madre,
mi mujer y mi amiga,
envuelta en el enésimo
proyecto vital de su vida,
dando ejemplo.
Y yo, más contento que
unas castañuelas,
cierro el año con las defensas bajas.
El cachorro grande también,
colocado de medicamentos
pero con un estáis de ánimo
digno de los que curan
la depresión.
Y la pequeña, ay la pequeña,
tan fuerte como un roble,
tan fuerte como su madre
proporcionándonos la lección
de nuestra vida,
la de la solidaridad
de ponerse a un lado
cuando l@s más necesitad@s
nos requieren.
Despedimos a 2023
con niebla por la mañana
y frío durante todo el día,
aunque menos del que debería.
Nos acordaremos de este año,
entre otras cosas,
por ser el más caluroso
de la historia,
y eso no es una buena noticia.
El planeta avanza
pero involuciona
proporcionalmente.
Lo llevamos diciendo un tiempo,
en el momento en que te piensas
si activar la calefacción
o poner el horno
para hacer un bizcocho,
entras dentro de la categoría
de pobreza energética.
A mí, por suerte,
no me ha faltado de nada
en este 2023.
Sigo con las fuerzas suficientes
para valorar más y mejor
lo positivo que lo negativo,
lo cual,
gana por goleada a lo indeseable.
Cuando más me resiento
es en el balance
como padre,
en cómo he sido capaz
de estar al lado de mis hij@s,
en dónde les he fallado,
que lo he hecho y mucho,
y en cómo he podido o sabido
salir del paso.
Porque no soy experta en crianza,
pero a compromiso
no me gana nadie.
Estamos apunto de dejar atrás
uno de los años, cuyo número,
atraviesa nuestras vidas
por muchos motivos:
el veintitrés.
Insisto en dar las gracias
a las personas
que me acompañan
y me dan el permiso necesario
para que las acompañe.
Gracias a las personas
que me piensan y me cuidan,
cada una a su manera,
faltaría más,
con todas sus peculiaridades
y méritos.
Gracias también,
a las que conscientemente
ya no forman parte
de mi día a día,
por algo será,
toxicidades fuera.
Gracias a las ideas,
palabras y conceptos
que me han seguido
construyendo como el que soy,
de arriba a abajo,
vestido o desnudo.
Pido perdón
a los lugares donde
no he sido capaz de llegar
y a las personas
que hayan sentido
que no he estado a la altura.
Sigo caminando, no me detengo.
Deseo paz, justicia y humildad,
no en términos sagrados,
sino en los comunitarios,
sociales y vecinales.
Celebro mi casa, La Mariana,
qué después de 8 años
sigue siendo
uno de los amores
más influyentes de mi vida,
se dice pronto,
pese a todas las adversidades
y cosas y personas en contra.
Así que me piro, 2023.
Te dejo atrás
en mi forma física
y me acordaré de ti
a través de las fotos,
los textos
y algún que otro sueño.
No te echaré de menos
porque sigo afincado
en el inmediato presente
con vistas al futuro.
Desde que cachorreo en casa
solo me interesa exprimir
cada detalle y sensibilidad
que pueda surgir
de cada momento.
Chao 2023, gracias por todo
y que te vaya bonito,
nosotras estamos preparadas
para ponerte los cuernos
con 2024,
sin actitud ni asperezas,
deseando que cada cual
encuentre
lo que anda buscando.
_ A mis 129 textos
durante 2023_