salgo y cierro la puerta
del despacho recordando
esas palabras.
Una pandemia,
un salto por la ventana,
una bacteria asesina
y dos cursos separadas
después,
volveremos a redifinir juntas
el concepto de pareja educativa.
Nadie dijo ningún nombre propio
porque a mí
solo me cabía uno
en la cabeza
y si estoy publicando esto
significa que me instinto,
una vez más,
no me ha fallado.
Así que y pese
al cambio de nivel
tras seis años
en la cúspide,
sé que nada puede salir mal.
Sin hacer de menos a nadie,
no se me ocurre
otra manera de seguir creciendo
mejor que con ella.
Aquí siempre hubo transparencia
y los papeles estuvieron claros,
eso sí,
nunca nos aprovechamos de ello.
Quizá, por ello,
nos reencontramos
en lugares nuevos
que enseguida
nos sabrán a conocidos
y se dibujarán como una casa
a la que llamar hogar.
Nunca dejamos
el proyecto a medias,
simplemente tuvimos
que elaborar epígrafes
por separado
para que cuando llegara
el día de la evaluación,
tuviéramos todas
las herramientas a nuestra disposición.
Jódete Marwan
porque esto no es un
texto al desamor,
sino un deseo cumplido
y más que meritorio
por nuestra prudencia,
humildad y compromiso.
Tampoco nunca
esperamos nada a cambio,
nos limitamos a esperar
cuidándonos como pudimos
hasta que volviera
a llegar nuestro momento.
A ella nunca se le dieron
bien las apuestas
ni las porras;
a mí jamás
se me dio bien
disimular mis preferencias.
Las mareas siempre
acaban devolviendo
a los náufragos
a tierra firme,
porque cada cuál
siente que tiene su sitio.
El nuestro es juntas,
no sólo porque lo hayamos
pactado mil veces,
sino por justicia
de todo lo que se materializa
con una dignidad
con competencias de sobra
para acompañar
y dejarse acompañar.
Nosotras crecimos en un jardín
en pleno invierno
y con ropas intercambiadas.
Nunca nos pusimos malas
porque no había tiempo
que perder.
Tampoco nos fallamos
porque no entendemos
lo nuestro,
tanto personal como profesional,
como un plan
con un diseño mediocre.
Y volveremos a ser
ejemplo y lección
para quien necesite encontrar
referencias en nuestras
bibliografía.
La emoción de este día y medio
ha sido la adrenalina
de un salto al vacío
sin la necesidad del prejuicio
por llevar mochila.
Hoy y ahora,
me permito desplegar
mi paracaídas,
con fecha de incaducidad
al 17 de julio,
y aterrizar en hierba húmeda
de primera hora de la mañana,
como en nuestro segundo curso,
cuando hicimos de las acogidas
un festival solidario
de disfraces y montañas.
De cinco en cinco
y tiramos porque nos toca.
_A Bea, el enésimo texto que te dedico
porque a quién si no_
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