su primer aBCedario emocional.
Te acogieron en octubre
y ya te las llevas para toda la vida.
Con ocho mesecillos,
cuando apenas te volteabas,
ya les esbozabas tus primeras sonrisas.
Hasta hoy,
que cada vez que las ves
aparecer a lo lejos,
te surge un brillo galáctico
al anticipar su presencia.
Pero es que también
te lo contaré
según vayas creciendo,
porque fueron las primeras
y porque sus dos letras
ya te las llevas impresas
en tus costados,
por todos tus lados
que conformen la figura
de quién serás
en el mañana.
Si para tu hermano
fueron las dos erres,
para ti lo han sido
la segunda y tercera letras
del alfabeto,
por el privilegio heredado
de que quienes te cuidaron,
también lo hicieron
por ser mis amigas.
Y eso no está pagado
aunque la matrícula
sea gratuita
y el comedor pudiera
estar subvencionado.
No hay mejor sitio
donde poder estar,
convivir y crecer,
a través de unos cuidados,
una mirada y un actitud
que solo las expertas
del cielo conocen.
Si ya hemos tocado techo
con el lugar,
también has alcanzado
el universo con tus maestras,
dos personas generosas,
pedagógicas y auténticas.
Podían haber sido otras,
pero fueron ellas
con las que decidiste erguirte
para poner en juego
todas tus competencias,
casi todos tus deseos
y alguna que otra sorpresa.
"A la escuelita,
a ver a Berta,
a ver a Cynthia,
que bien, que bien, que bien,
lo pasarás",
te cantamos todas las mañanas
antes de ir a la escuela,
tal y como hacíamos
con tu hermano antes
de ir a la suya.
Dos seres maravillosos
que velan por tu seguridad
y apuestan con los ojos cerrados
por tus conquistas.
Dos gotas de agua necesarias
y obligatorias
con las que te has hidratado
por dentro y por fuera,
asegurándote la supervivencia
hasta en el más inhóspito desierto.
Dos piezas extraordinarias
que a tu corta edad,
ya se han encajado
en partes inversosímiles
de tu cuerpo,
mientras el resto
transitamos los años
en busca de las nuestras.
Esta ha sido tu experiencia
y sin tu permiso ni conveniencia,
me adelanto a relatarlo
para hacer justicia
a dos personas buenas,
profesionales e incontestables.
Porque no todo el mundo
puede decirlo
y yo no me canso de hacerlo:
qué suerte la nuestra.
Y qué privilegio el tuyo
de verte rodeada
de oportunidades
a las que agarrarte
cuando lo sientas pertinente;
que privilegio el tuyo
de ser correspondida
en los primeros juegos
que te inventas;
que privilegio el tuyo
el de que te abran una puerta
con vistas al paraíso
y tengas la confianza
de expandirte a tu antojo.
Si tú has sido el aro,
ellas han sido el eje
donde poder ensartarte,
la transversalidad de tus días
cuando mamá, papá y el tate
no podían acompañarte.
Tu seguro de vida de infante,
tu regazo-búnker en las comidas,
tu cuento antes de acostarte,
tu acogida sin imperfecciones
para regalarte el lugar
que te pertenece,
tu cálida primavera,
tu magistral clase.
Eso son, fueron y serán
tus dos primeras letras
impresas en tu vocabulario,
las más importantes
después de tus pamadres
y las más determinantes
en el contexto Escuela.
A las incombustibles
Berta y Cynthia,
ojalá no se acabase
nunca este curso,
pero la vida sigue
y Gala y nosotras
os debemos la nuestra.
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