de un piano
seríamos las negras,
en minoría y señaladas.
Trozos de trompeta
entre humo y risas.
Un reloj que avanza
contundente.
Hace tiempo
que rompimos
las cadenas
con la acción directa.
"Somos" de otra época,
"ingobernables por el oro".
Por eso cuesta sentirse
parte del momento.
No pasa nada
por sentirse sola
y llorar con
los ojos abiertos,
tranquila,
"puro sentimiento"
lo llaman.
El colectivo frente
a los individuos
que lo conforman.
O eso fuimos
hasta cambiar
de formas, colores y lugares.
Noches en donde
se podía haber
acabado todo
y noches donde
hubiéramos
detenido el tiempo,
para ser rocío y acorde,
sexo y olvidó.
Por eso,
en cierta manera,
conseguir
a La Kuadrilla
es perderlo todo
porque no te queda
nada más por ganar.
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