jueves, 11 de febrero de 2021

Carta a un nazi

Hola nazi:

Te escribo esta carta
aún sabiendo
que necesitarás ayuda
para leerla.

Tú, nazi,
que perdiste
el derecho legítimo
a un nombre propio,
solo eres eso,
un nazi.
De ahí
que salgas en grupo.
La necesidad
que tienes
de camuflarte
en la agresividad
de la manada.
La cacería
de día o de noche
para ocultar
el terror
que no puede 
disimular tu cara.
La carga del peso
por no poder
soportarlo a solas.

Si fuéramos
compañeros de desierto,
te dejaría morir de sed
sin que me faltara
el aliento.
Porque esto va
de vosotros
y nosotras.
De elegir bandos
porque no se puede
no estar en ningún bando.
De defenderse
de vuestros ataques
aunque sea corriendo,
como la gacela
que se libra
de vuestras fauces
en el último momento.

Esto va de reconocer
el terror
en público
y en privado.
De combatiros
como una necesidad 
fisiológica más
del ser humano.
De abrazar
la violencia
como único elemento
contestatario.
De no mirar
a otro lado
como estamos acostumbrados.
De afianzarse
en el itinerario
como poetas armados.

Nazi,
siempre serás el enemigo
vayas de corbata,
tengas hijos,
o una persona dependiente
a tu cargo.
Porque si eres nazi
has elegido ser
todo lo contrario.
Y eso te convierte
en enemigo,
en adversario,
en insecto parasitario.
Claro que asustas,
pero no eres leyenda
ni ningún
elemento mágico.
Eres de carne y hueso,
peligroso
y depravado.
Sabemos
que dembulas
en los colegios,
los barrios
y los centros de trabajo,
también en el Congreso
de los Diputados.

Nazi,
no creas que no te tengo
el mismo odio
que me tienes,
la misma rabia
con la que me matabas,
el mismo punto de mira
con el que me eliminabas.
Todo eso es común
y compartido,
no tengas duda
de lo que te digo.
La diferencia
es que tú estás
entrenado.
Tú has superado
las consecuencias
de tus actos
como si fueras
un héroe romano.
Te has organizado
por la excusa
de poder dar la mano.
Vistes y caminas
por encima
de los derechos humanos.
Nazi, no te da miedo
reconocerlo.
En los campos,
sobre los atriles,
en tu balcón asomado.

Ganáis terreno
con vuestras
agresiones diarias,
con vuestras
estratégicas encerronas,
con vuestras trampas carroñeras.
Estéis dónde estéis,
siempre seréis 
un objetivo a extinguir, 
en las cárceles,
en vuestros domicilios,
en la vía pública
y en los cementerios.
Pobres de vuestras madres
que serán las únicas
que os lloren.
No es por vuestra
discapacidad intelectual
limitante,
ni por vuestra
enfermedad crónica
que ojalá fuera
degenerativa,
es por el error fatal
de creeros dioses.

Nazi,
que tu hijo
te traicione
y que tu dios
no te perdone,
los antifascistas
no olvidamos,
garrote vil
a tu gaznate.
Nazi,
no eres mujer ni hombre,
eres monstruo
de mil tentáculos
y una sola cara.
Lo bueno de que 
vayas de frente,
es la posibilidad
de dejarte 
la cara desfigurada.

Decían Los Habrás Corpus
que "nos quedan la rabia y los sueños",
la rabia crece 
y los sueños se cumplen,
razón no les falta,
motivos no les sobran.
Jaque mate, nazi.
La memoria
no se libra
ni se borra 
del odio,
eso es sólo
un discurso
de los que quieren
blanquearos.

¿Sabes nazi?
Cuando acompaño 
a mi hijo para 
conciliar el sueño
todas las noches
le susurro
mientras le beso:
"Te quiero muchísimo,
siento los errores
y gracias por todo".
A partir de ahora,
y es lo único
que te debo
puto nazi,
añadiré la frase de
"antifascista siempre".

Seré la persona
que te destruya,
la persona migrante
que te quite el aire,
la persona trans
que te avergüence,
la persona musulmana
que te arrodille,
la persona gitana
que te amedrente,
la persona, mujer,
que te bañe
en ácido,
la persona antifascista
eterna, perpetua y perenne
por la que tendrás miedo
se salir a la calle.

Nazi,
no hay otra manera de combatiros.
Ha quedado demostrado
que parasitais 
en los aparatos 
y en los estratos.
No os quedará nación
qué defender
más que la tierra
que os pudra
el cuerpo
al enterraros
y con el tiempo
no seáis nada
ni nadie.

_A todos los nazis,
Edu Vacas_

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