jueves, 31 de diciembre de 2020

Chao 2020

¿Quién nos lo iba a decir?

La RAE ha elegido
como palabra del año
"confinamiento".
Otras candidatas han sido
"Coronavirus", "pandemia",
"teletrabajo", "resiliencia"
o "sanitarias", 
bueno,
mejor dicho "sanitarios",
porque se niega
a contemplar
el lenguaje inclusivo.
Este es el resumen
para quién haya
sobrevivido.

La realidad
es que no habrá
diferencia
entre
el día 31,
el comerse las uvas
y el día 1.
Todo seguirá 
siendo lo mismo
excepto por la vacuna.

Este año ha habido
demasiadas muertes.
Ha crecido la equidistancia
exponencialmente.
Hemos perdido
un tiempo irrecuperable.
Y la falta de contacto físico,
ha marcado nuestros
días, semanas y meses.

De los aplausos 
a las ocho 
no aprendimos nada.
Del confimiento estricto
de la infancia
nadie sacó conclusiones,
cuarenta y dos días
maratonianos
sin ponerse los zapatos,
sin pisar la calle,
sin tragarse el aire.
Lo que unieron
las videollamadas,
nos lo cargamos
inmediatamente
en los reencuentros
por nuestro
antiguo egoísmo.
Y luego están
los negacionistas,
seres que parasitan
las vidas de los otros.

Nacimos para estar
en guerra,
para enfrentarnos
contra nuestros
hermanos.
Es la carencia y el hándicap,
pero no lo criticaré demasiado
porque no creo
en un único bando.
Significaría
compartir algunos espacios,
ciertas ideas
y algunas manos
con personas
con las que me nace
el concepto asesinato.
Así que mejor
cada una por su lado,
ya buscaremos
la paz en tu cielo
y la solidaridad 
en mi infierno.

Al mismo tiempo
celebro el hecho
de tener que regar
nuevos campos.
Saco pecho
por las conquistas
de mis amigas
y sufro,
en silencio y con miedo,
las posibles pérdidas.
Acompaño
a mi hijo
y mi diosa
lo mejor que puedo.
Me regalo
a los abrazos
y no me olvido
de los besos.
Intento cuidar
a mi familia
y a mi ejército
de extraños.
Combato el veneno
con esfuerzo,
rabia y sueño.
Y tengo en cuenta
a quien tengo 
que tener en cuenta,
sin compromisos,
sin presiones,
con el puño bien cerrado
y los dientes apretados.

2020
tan simétrico
en sus cifras
como irregular
en sus enfermedades mentales.
Mentiría si dijese
que te voy a echar de menos,
pero cuento contigo
por lo acontecido
y por el advenimiento.
Leo, escucho y observo
como si fuera lo único
que me mantuviese
despierto.
Amo, deseo y respeto
como si nada de esto
fuese cierto.
Lucho, trabajo y me comprometo
a no arrodillarme,
solo ante las humildes.

No necesito permiso
para escribir
en primera persona
del singular.
En general,
deseo vida,
aire limpio
y desentubaciones.
En lo personal,
sin pizca de disimulo,
deseo algún que otro
susto y atragantamiento.

Chao 2020.

miércoles, 23 de diciembre de 2020

Año 2. Después de Enzo.

Visito el relato. 
que te escribí
para tu primer
aniversario.
Me sabe a Marcos
y me huele a Ana.
Siento que soy
aquel preso
entre cuatro 
paredes opacas
y sin barrotes
que rogó clemencia
a los árboles,
la campo,
la cielo,
a los pájaros.

Dos años ya, joder.
Más erguido y sin rizos.
Pelo claro y alto,
alerta antifascista,
cresta.
Tres manchas
en el cuerpo
y dos ganglios
como dos ovarios
(los que a mí me faltan).

Tienes más kilómetros
que todo el tiempo
que duró
el confinamiento;
y tienes más horas de parque
que las que pasé yo
en aulas universitarias.

Comunicas incesante
tus demandas
medio hablando
en un lenguaje
que bien los malos
considerarían clandestino.
Porque la mitad de España
quiere fusilarnos
a la otra mitad
que utilizamos le lengua
como armamento cultural
y para besar fuerte.

Con la derecha
me das la mano
y con la izquierda
sujetas un palo Zamorano
a modo de autodefensa.
Apoyo mutuo,
"Ni paz entre clases,
ni guerra entre pueblos".
Por eso seguimos madrugando,
para cosernos
las horas perdidas
de los noctámbulos.
Por eso te sigo dando
el biberón en el regazo,
para desquitarnos
los errores
entre hermanos.
Y por eso 
te sigo aupando,
para que entiendas,
desde mi altura,
aunque tengas 
los ojos vendados.

En toda esta aventura
nos acompaña y lidera
tu santa y sagrada Madre, 
porque en La Mariana 
no nos caben
las biblias,
ni el laurel,
ni las espinas.
Animales si,
que para eso
venimos de donde venimos.

Tu ergonomía
para los abrazos.
La melodía del ritmo,
tu sinfonía.
Tu empatía de barrio
para con los que
te sacan una cabeza.
Tú alegría
para los cobardes
que no salen de tristes.
Tu compañía para
los que se les
ha muerto alguien.

Fíjate bien en lo que te digo,
pero sobre todo,
fíjate en cómo
te lo escribo
porque nadie
se atreverá 
a hacer lo mismo.
Nadie te mirará
tan fuerte,
capaz de apagar el Sol.
Nadie te regalará
una ciudad
como la que llevo
años dibujando
en mi hipotálamo.
Nadie te dolerá tanto
como el día que te falte.
Lo siento,
te lo adelanto.
Nadie en muchos años,
se sabrá tu cuerpo
de memoria
como me lo sé yo.
Y nadie,
tampoco dioses inútiles,
te apartarán de la verdad,
porque tú eres ciencia,
credo y humildad.

Como me decía
tu abuela:
"Hijo, no seas guapo,
tú atractivo
y buena persona".
Y antifascista,
añade tu padre.
Sé lo que quieras,
menos cura
y de derechas.
Hipocresía cero,
luego,
que me tachen de lo que quieran.
¿Presiones familiares?
La peor de las enfermedades.
Por eso me anticipo
y te pido perdón
por mis errores.
Puedo resultar
coherentemente
contradictorio.

El caso es que
cumples dos años
y ésta
es otra manera
de celebrarlo,
contándole a la gente
que te rodea,
cómo te veo
por dentro y por fuera.
Bien me follaba
este cuaderno
relatando
tu historia,
pero me debo a más gente,
a alguna que otra persona
y a ninguna cosa.

Cachorro del Invierno.
Hijo de la niebla.
La única hoja
del árbol seco.
Último mes del año.
Poema del viento.
Preso del río
nacido del fuego.
Compás de la tierra
y música,
esparce cenizas
de polvo y hueso
de lo que siempre
llamaremos libertad.

Nadie te podrá negar
la existencia,
ni el caos que produces
entendido
como la pedagogía
que nos hace(s) falta.
Te lo prometo.
Te lo relato.
Te lo recito
mi querido
Enzito.

_Esto no es un texto se amor a mi hijo,
es un ensayo de amor político
sobre mi hijo.
A tus dos años_

miércoles, 16 de diciembre de 2020

Batman es socialista

Somos las primeras
y únicas en el mundo
en pronunciar
dichas palabras.
El texto es sólo una excusa.

Porque Batman come
tortilla de primero
y canelones de segundo,
se emociona 
con las baladas jocosas
y cree en la igualdad
social y económica.
Su corporación
es una tapadera,
y por las noches
folla con Robin
obviando 
la delincuencia
de Gotham.
Las mal llamadas
delincuentes
de la ciudad,
solo son ciudadanas,
trabajadoras, vecinas
y compañeras,
madres o no,
socializando
los medios de producción.
Luego ya veremos
si cuentan con el Estado,
mientras tanto,
Catwoman,
supera la barrera
del amor romántico
y su rol de secundaria,
emancipándose
de la opresión intrínseca
de los hombres.
Batman es socialista
aunque utilice iPhone,
aunque su coche
y su atuendo lo peten.
Batman también
es moralista.
Fuertemente inteligente.
Lleva barba.
Debate sobre "género"
sin capa
y con orejas
de murciélago.
A sus Pamadres
los mató un corrupto
cuando salían del cine
tras ver Novechentto.
La liga de la Justicia
no se preside,
se ejerce.

Si Batman es socialista,
es por Alfred
y sus cuidados,
por la doctrina
del acompañamiento
y la dictadura
del proletariado.
Batman es de la
Unión Soviética
y del socialismo libertario
de Latinoamérica.
Un súper héroe
sin poderes
científicamente humano.
Todo lo contrario
al comisario de rango,
rancio y despiadado.
El meme histórico
de Batman
abofeteando a Robin.
A Batman hay que mejorarlo,
pero Batman somos todas,
todas menos
Vicente Vallés,
Pérez Reverte
y Paz Padilla.

_A Batman y Hakam_


lunes, 14 de diciembre de 2020

14 de diciembre

Haces aniversario
de tus primeros pasos.

Aquel día,
mientras mamá aparcaba,
llegamos a casa
abrigados
como se merece
diciembre.
Sin despojarte
de ropa y calzado,
iniciaste la marcha
tambaleante
desde la alfombra
hasta la mesa.
Una distancia
de apenas dos metros
que supo a carrera terminada
con matrícula de honor.
Ese tintineo
como el titilar
de las estrellas,
el balanceo de un barco
llegando a puerto,
el equilibrio
del funambulista
para no caer al vacío
Jugar a la rayuela
sin saberse los números.
Atravesar airoso
las inclemencias
de la superficie.
Sentir las texturas
y apropiarse
de sus propiedades.
Todo eso ocurrió
en pocos segundos,
negándome a parpadear
para no perderme
las milésimas
de cada pisada.
Contuve la respiración
y abrí la boca
para compensar
la presión del aire;
y la piel,
en alerta, 
abrió todos sus poros
desprendiendo ese olor
a cama recién hecha.

Inmediatamente,
sin razocinio alguno,
llamé a mamá
como si fuera
una llamada de socorro.
Ya estaba subiendo
las escaleras,
pero fue al día siguiente
cuando ella pudo verlo
por primera vez.
Fueron tus primeros pasos
y el inicio de caídas
más profundas.
Lo recuerdo 
con muchísima ilusión
porque hoy día
cuesta mucho
recordar con ilusión.

Una semana antes
de cumplir un año,
tomaste la decisión
de dar tu primer paso
de manera autónoma
y sin agarres.
Hoy,
a una semana y pico
de cumplir dos años, 
recorres la casa
con dos zancadas
sin la necesidad
de que nadie te mire
y con el hábito
de dormir del tirón,
porque para caminar, 
hace falta soñar,
y no queremos
despertarnos.

_A tus primeros pasos, canalla_

viernes, 11 de diciembre de 2020

Y si me contestan. Parte II.

Y si me contestan,
me muero.
Siento que exploto
palpitar mi sangre
con el cambio
de temperatura.
Si me contestan
es como desnudarse
en público.
Como sentir el peso
de todo lo que eres
responsable.
Es como reconocer
que has mentido
y asumir la vergüenza.

No hay vuelta atrás
desde el momento
en que escuchas
la interrogativa.
El silencio se difumina
lentamente
hasta que sale
la primera palabra.
Después,
pones toda la carne en el asador
y te juegas los cuartos.
Si hace falta,
te lo juegas todo
a una carta,
porque en el
preciso instante
que sabes 
cómo empieza,
comienzas a sufrir
por pensar
cómo se acaba.

Pero si me contestas,
es justo
lo que estaba buscando.
Y te contaré
con pelos y señales
los motivos
por los que
te he llamado.
Y no se me olvidará
recordarte
lo cuidados y el cariño.
Y te diré
todo lo que te quiero
y las veces
que me has perdonado.
No perderé el tiempo
más que en tí y en mí,
que para eso te llamo.
Por cada segundo agotado,
por cada céntimo consumido,
por cada exhalación,
suspiro y desencanto.
Por el óxido,
las llamas,
el barro,
por todo eso
también te llamo
Y si me contestas,
pienso contártelo todo.

A ver quién contesta. Parte I.

Atreverse a llamar
y esperar a
que descuelgue
para ver quién contesta.
A partir de ahí,
se acabó el suspense
y toca enfrentarse
a la realidad .
Pero antes, 
justo antes
de que te corresponda
la otra voz,
en esos segundos
interminables,
imaginas sin límites
las posibilidades que tienes.

Esa llamada.
Esa espera.
Esa intención
de ser atendido.
Es como cuando antes
mirabas el buzón
todos los días
esperando encontrar
una carta.
O como cuando
las típicas promesas
de volverse a ver,
de repente
y sin planearlo,
se convertían
en verdad.
O esos reencuentros
inesperados
que te han cambiar de planes
tiñendo las tardes
de otro color.

A ver quién contesta
no es más que eso.
La chispa
que enciende
tu día.
La motivación
que creías
haber perdido.
La estrella 
que todavía luce
sin importar
si a años luz
yace muerta.
El poema que te escriben
una vez en la vida.
La risa del niño
del parque
que se te queda
grabada en el tímpano.
Todo eso y mucho más
es
a ver quién contesta.

miércoles, 9 de diciembre de 2020

Sin comentarios

Saborea
ahora
las palabras
de este relato,
mientras creas,
todavía,
que no has perdido nada,
porque luego será tarde.

Cuando algo te ofenda,
obvia los comentarios.
Patada en la boca
y a seguir caminando.
Los impunes
lo son,
precisamente
porque les permitieron ser.
Así que si tienes
algo que perder,
que sea la vergüenza,
el sentido del ridículo
o la expectativa ajena
con la que cargas.

Hemos pasado
demasiadas veces
"por el después",
por lo que podríamos
haber hecho,
por el arrepentimiento.
Suficientes veces
como para haber
aprendido ya,
lo que resulta 
más justo.
Si incluso así
seguimos sin atrevernos,
tocará seguir
poniendo la cara
aunque no creas en la causa.
Porque somos así,
unos incompetentes
faltos de valor(es)
y estrategias,
que besamos
la alfombra
que pisan otros.

Repito.
Saborea bien
las palabras
de este relato
porque estás a punto
de perder algo
que todavía
no sabes lo qué es
ni cómo se llama.

Quién avisa no es Rajoy.

martes, 8 de diciembre de 2020

Te llevo siempre VIII. Parte 2. Redención.

Buenas y malas noticias.

No lo había perdido,
sino que no había
sabido encontrarlo.
No me gusta 
ser un despistado,
pero más que eso,
sufro por no prestar atención
a las cosas sencillas.
Toda la vida
escribiendo 
sobre ellas
y a primera de cambio
me traiciono.
La incoherencia
que detestamos,
pero que sin embargo
arrastramos.
Lo reconozco...

Como escribió
un amigo,
soñé con que
otra persona
encontrara mi tesoro
y le dieron un uso distinto;
o lo leyera
y me pusiera cara;
o se inspirara
e influyera
en algunas de sus
decisiones aplazadas.

Pero prefiero
que esté de vuelta.
Pido perdón
por los daños
y los comentarios.
Porque al final
no ha sido verdad,
pero lo podría haber sido.

Llegados a este punto,
censuro sus
páginas en blanco
y lo doy por terminado.
Lo guardaré pegado
al VII
y antes que el siguiente,
recordando la anécdota
que,
por unos días,
no fue mío.

El octavo pasajero
se abre paso
entre las tripas
para acabar
con tod@s vosotr@s
y dejar la nave
desolada.

Perdóname.

viernes, 4 de diciembre de 2020

avE

Como el avE.
Ese tren
de alta velocidad,
puntual como
un reloj de bolsillo,
caro por lo que
cuesta encontrarlo,
y tan rápido
que a veces
no te deja apreciar
el paisaje.
Es como ese tren
que creías
no fueses
a coger nunca,
y cuando entras,
te haces
pequeña y grande
al mismo tiempo,
con el corazón
en un puño
y las piernas
temblando.
No es tanto
la duración del viaje,
sino el itinerario
de pueblos
en los que paras.
Cada uno con
sus costumbres
y tradiciones,
con su sello
para el pasaporte,
con cada ritual, 
puente y aprendizaje.

Pero también es como el avE.
Ese pájaro
que no deja
nada a la imaginación;
que vuela torpe
pero emocionado
por ese sentimiento
de emancipación.
Las aves migratorias
que se van
y acaban volviendo
más listas,
más justas,
más fuertes.
Animales que vertebran
lo escuchado
y lo observado.
Pían cuando tienen
que dar el golpe
en la mesa
y esperan pacientes
para cuidar la de enfrente.
Trayectorias
lo llaman algunas.
Con un plumaje
que poco importa,
establece dibujos
en el aire
de formas imposibles
y promesas que bien
merecen un rato.
La pura crianza
de machacar
carne cruda
en tu boca
para ofrecerla
en cachitos pequeños
en la suya.

Y por último,
pero no menos 
significativo,
sino todo lo contrario,
avE.
Ese nombre propio
de mujer
escrito la revés.
Con la que no contabas
y a bote pronto,
aparece como
el hechizo de la Meiga,
como la vacuna
que nadie tiene,
como el refugio
que a todas nos falta.
Esa sensación
se conversar
a fondo perdido
porque el tiempo
no cuenta,
solo el peso
de cada palabra
pegando un salto
la vacío
desde su boca,
que recorre
invisible
la distancia
hasta la suya.
Qué envidia,
"de la buena",
diríamos.

El amor romántico,
los cantautores,
los estereotipos,
las pasiones,
la pérdida,
la enfermedad,
el exilio,
el confinamiento estricto,
el conocimiento,
el descubrimiento,
¿o es al revés?

Aquella tarde
nos fumamos 6 cigarros,
3 cada una,
un café con leche,
uno solo
y un poquito de azúcar.

Al tren.
Al pájaro.
A ella.

Feliz excursión.

miércoles, 2 de diciembre de 2020

Las tres conjugaciones

Equivocarse una y otra vez,
equivocarse una y otra vez,
equivocarse una y otra vez.

Acuse de recibo.
Enmendar el error.
Enhebrar la aguja.
Intentos fallidos.
La culpa.
El perdón que no llega.
La hermenéutica.
Volver.
Viajes en el tiempo.
Más bien,
viajes con la mente
por el tiempo,
hacia adelante y para atrás.
Tirar del cable en bucle.
Déjà vu.
Los sueños son mentira.
Las ilusiones también.
Joder y ser jodido.
Estar jodido por joder.
Un canto al desencanto.
Alameda de asfalto.
Que no te vean
no quiere decir
que no haya reglas,
hijo de puto.
La distancia no cura.
La verdad te persigue.
Una mierda para mí
y otra para tí.
Joder.
Vuelta a empezar.
Lastimar.
Perder.
Sufrir.
Las tres conjugaciones:
Perdonar.
Querer.
Vivir.
También las tres conjugaciones.

Luego de rodillas,
le pedimos perdón a dios,
o a la vida,
o a no sé qué.

Equivocarme una y otra vez,
equivocarme una y otra vez,
equivocarme una y otra vez.