La RAE ha elegido
como palabra del año
"confinamiento".
Otras candidatas han sido
"Coronavirus", "pandemia",
"teletrabajo", "resiliencia"
o "sanitarias",
bueno,
mejor dicho "sanitarios",
porque se niega
a contemplar
el lenguaje inclusivo.
Este es el resumen
para quién haya
sobrevivido.
La realidad
es que no habrá
diferencia
entre
el día 31,
el comerse las uvas
y el día 1.
Todo seguirá
siendo lo mismo
excepto por la vacuna.
Este año ha habido
demasiadas muertes.
Ha crecido la equidistancia
exponencialmente.
Hemos perdido
un tiempo irrecuperable.
Y la falta de contacto físico,
ha marcado nuestros
días, semanas y meses.
De los aplausos
a las ocho
no aprendimos nada.
Del confimiento estricto
de la infancia
nadie sacó conclusiones,
cuarenta y dos días
maratonianos
sin ponerse los zapatos,
sin pisar la calle,
sin tragarse el aire.
Lo que unieron
las videollamadas,
nos lo cargamos
inmediatamente
en los reencuentros
por nuestro
antiguo egoísmo.
Y luego están
los negacionistas,
seres que parasitan
las vidas de los otros.
Nacimos para estar
en guerra,
para enfrentarnos
contra nuestros
hermanos.
Es la carencia y el hándicap,
pero no lo criticaré demasiado
porque no creo
en un único bando.
Significaría
compartir algunos espacios,
ciertas ideas
y algunas manos
con personas
con las que me nace
el concepto asesinato.
Así que mejor
cada una por su lado,
ya buscaremos
la paz en tu cielo
y la solidaridad
en mi infierno.
Al mismo tiempo
celebro el hecho
de tener que regar
nuevos campos.
Saco pecho
por las conquistas
de mis amigas
y sufro,
en silencio y con miedo,
las posibles pérdidas.
Acompaño
a mi hijo
y mi diosa
lo mejor que puedo.
Me regalo
a los abrazos
y no me olvido
de los besos.
Intento cuidar
a mi familia
y a mi ejército
de extraños.
Combato el veneno
con esfuerzo,
rabia y sueño.
Y tengo en cuenta
a quien tengo
que tener en cuenta,
sin compromisos,
sin presiones,
con el puño bien cerrado
y los dientes apretados.
2020
tan simétrico
en sus cifras
como irregular
en sus enfermedades mentales.
Mentiría si dijese
que te voy a echar de menos,
pero cuento contigo
por lo acontecido
y por el advenimiento.
Leo, escucho y observo
como si fuera lo único
que me mantuviese
despierto.
Amo, deseo y respeto
como si nada de esto
fuese cierto.
Lucho, trabajo y me comprometo
a no arrodillarme,
solo ante las humildes.
No necesito permiso
para escribir
en primera persona
del singular.
En general,
deseo vida,
aire limpio
y desentubaciones.
En lo personal,
sin pizca de disimulo,
deseo algún que otro
susto y atragantamiento.
Chao 2020.