trigésima
segunda.
Las gotas
se escapan
solas
y duele
la piel
al estirarse.
El ombligo,
casi imperceptible,
como el
viejo faro
que guía
con aceite
los mares.
Los puntos
ciáticos
que comunican
el cuerpo
son los mismos
que necesitan
de un calor
del que te llevas
ocho meses
aprovechando.
No das tregua
ni tiempo
para adaptarse:
son lentejas
y chocolate
de postre.
Tu latido
de doble-bombo
es el culpable
de que se
encoja
el mío;
huesos,
músculo
y bienestar...
... a tener
en cuenta
en el momento
de alumbrar.
La pregunta no es qué haríamos
si nos quedaran dos horas,
sino cuántas horas tiene una vida entera
y cómo hacer para que no parezca corta.
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