Mientras yo me despedía en Salamanca,
tú,
olvidándote de ti mismo,
iniciabas una despedida en Valencia.
Ojalá le puedas contar a tu hijo
que una vez viajaste en helicóptero.
Sé valiente y no te dejes llevar.
Échale huevos y sonríe mientras duermes.
Te reto a que desmientas las encuestas,
a que volvamos a votar juntos de morado,
a que te levante reinventado
más joven, más sano y más paternal que nunca.
Siempre vi en ti una torre indestructible,
más alta que las nubes,
una presencia profunda y distante
que trabaja de noche
y quiere a l@s suy@s de día,
que no duerme porque no hay tiempo que perder.
Déjate de tonterías y cuenta tu historia
hasta que tu último aliento,
dentro de muchos años,
tantos que no se puedan contar,
le pongan el punto y final.
Que tu piel tostada se aúne
a la piel inmaculada de tu hijo
para darte la fuerza necesaria
que requieres para
volvernos a saludar.
_A mi Tito
y a su Mimi_
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