Hay una sola cosa que jamás podrás poseer de la persona que tienes al lado.
Por muy creyente cerrado
que te consideres,
por muy aférrimo científic@
que te declares,
por muy déspota
dictador
y opresor
que te muestres,
jamás,
nunca,
nadie
podrán conocer y disfrutar
la voz con la que se
escucha
la propia persona
que la emite.
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