Mi arma te apunta
a la nuca a quemarropa.
En el punto de mira
no tienes escapatoria.
De una plasticidad
rígida,
la tinta
te atrapa eterna,
sangre en la hoja.
Indolora corpórea
letal sensitiva.
Disparando al caso
sin rehenes ni verdugos,
sólo un objetivo:
el de tu persona,
culpable y cómplice
de mis crímenes
prosaicos.
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