Boo es una niña con la que estaré este verano. Sólo tiene 4 años y parece que llevara toda la vida hablando. Su nombre se lee así: "Buu".
Íbamos bajo el sol, alegres pese a lo asfixiante del ambiente cuando Boo me dice:
- Por ese camino hay muchas hormiguitas porque me lo ha enseñado mi Mamá-.
- ¿Hormigas negras y rojas?- le pregunto.
- No, solo negras- responde.
- Ufff, mejor, porque sabes que las hormiguitas rojas pican ¿no?-.
Valiente, decorosa y honorable contestó: - A mi no me dan miedo, además, las hormiguitas rojas son seres vivos y no debemos hacer daño a ningún ser vivo-.
De repente me imagino en un mundo donde sólo pudiéramos ver en gris, un gris plano y único donde las formas y las siluetas estuvieran marcadas con líneas negras, pero, en todo caso, un gris hegemónico, sin matices ni tonalidades, sin blancos ni negros...GRIS.
Intento simplificar mis pensamientos en una conclusión interrogativa banal: "¿Desaparecería así el racismo?
Las hormigas no pican, en todo caso muerden, y no tienen porqué ser sólo rojas las que lo hagan, ni siquiera tienen porqué ser rojas. Lo que si sé, es que las que muerden, lo hacen históricamente desde que se las conoce, así que las que no muerden, las que no son racistas, que trabajen a muerte durante el año para que cuando llegue un invierno, El Invierno, las inunde el gris y no sufran más mordidas.
_A Boo (Buu)_
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