miércoles, 27 de abril de 2016

A pesar de la guerra

Descaradamente,
la anónima,
la que me es ajena
de pies a cabeza,
desecha un papel
al suelo.
La increpo
con tono empático
y postura desafiante.
Se sorprende,
se asusta,
se avergüenza un poco,
sólo un poco.
No sólo no decide
no recitificar,
sino que me ataca;
sonrío.
Disfruto del
advenimiento
del conflicto.
Alzo la voz,
táctica históricamente
conocida por
llamar la atención
de l@s que 
tienes alrededor.
Público gratis,
punto a mi favor.
Se amilana,
ha caído en la trampa.
Presión popular.
Disminuyo el volumen
y nos reencontramos
en posiciones
más neutras.
Recoge su equivocación
y la guarda en el bolsillo.
Aplaudo por dentro,
pero no se lo demuestro.
Ese es mi castigo.
Se da la vuelta
y se marcha,
se va
sin despedirse.
Le digo adiós
en idioma
del norte 
y me relajo,
pero no me 
quedo tranquilo,
sólo he ganado
una batalla
de las millones
perdidas.

No tengo nada que hacer en esta guerra.

No hay comentarios:

Publicar un comentario