martes, 20 de agosto de 2013

Los pelos de punta

Cuando escucho en mis cascos
el sonido de aquel concierto
que presencié en directo,
se me ponen los pelos de punta.

Cuando les miro, sin conocerles,
y se besan,
se me ponen los pelos de punta.

Cuando viajo con los ojos vendados
y no conozco los motivos,
se me ponen los pelos de punta.

Cuando se corre encima de mi,
se me ponen los pelos de punta.

Cuando escribo y no puedo
parar sin saber por qué (como ahora),
se me ponen los pelos de punta.

Cuando vamos a dormir junt@s
y me paso el día entero
eligiendo el pijama que me pondré,
se me ponen los pelos de punta.

Cuando te peinas y me siento
tras de ti para observarte,
se me ponen los pelos de punta.

Cuando aprendo algo nuevo,
se me ponen los pelos de punta.

Cuando te digo "hola"
y les digo "adiós",
se me ponen los pelos de punta.

Cuando madrugo y no sale el sol,
se me ponen los pelos de punta.

Cuando me hago el perdido en tus
pecas para quedarme un rato más,
se me ponen los pelos de punta.

Cuando imagino mi vida como
una serie con banda sonora,
se me ponen los pelos de punta.

Cuando me visto de valiente,
se me ponen los pelos de punta.

Cuando leo tu nombre,
Se me ponen los pelos de punta.

Cuando me toca esperar sin tener
la certeza de que merecerá la pena,
se me ponen los pelos de punta.

Cuando tienes las respuestas,
y de repente cambian las preguntas,
se me ponen los pelos de punta.

.....
 
Busco un final adecuado,
que no perfecto.
Más bien uno que me guste,
como en la vida,
que, a veces,
cerrar un poema resulta doloroso,
o da pena,
o simplemente necesitas
un cambio.
Los "CUANDOS"
son importantes,
sobretodo si alguna vez
te hicieron sentir.
 
Perdón por la reflexión
y por los delirios,
"pero que sepas que jamás
pediré perdón
cuando
escuche Por Verte Sonreír
y no se me pongan los pelos de punta
porque seré YO
el pelo que erice tu piel
y se haga eterno".




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