El episodio crítico
de la sacudida
azarosa
de un cuerpo
que necesita
desprenderse
de emociones
arraigadas
a la sombra
del mundo
de las apariencias.
Como un terremoto,
mueve cada
músculo existente,
latente,
que procura
el recorrido
sinuoso
de un viaje
a ninguna parte.
En cascada
se descubre
estés donde estés
arrojándose
a lo desconocido
que implican
las miradas anónimas.
Por miedo,
por frío,
por alegría,
por mear
ocurre.
El escalofrío
que despertaría
a un muerto
debería ser
constante,
diario
y obligado
para que no puedas decir:
que ya no sientes,
que ya no hay nada que hacer.
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