Pasa que cuando
apagas la luz
para irte a dormir
pegas un brinco
para caer
en la cama
que sostiene
tus miedos.
Mientras tanto,
debajo,
ocurren
demasiadas cosas
poco apetecibles.
Los monstruos,
los errores,
las maldades
se reúnen
en horda
esperando
el descuido,
el despiste
que hará
que te equivoques.
Por eso es mejor
conciliar el sueño
con alguien al lado,
con quien compartes
tus dos mitades.
Cuesta menos
si al tocar
piel
te distraes
con la suavidad
del tacto.
Existen más
posibilidades
de soñar bonito
y de desear mejor,
de crecer
con los ojos
cerrados,
de amar
sin razón.
Debajo de la cama
es un sitio oscuro
y desconocido
pero por el que
todas las noches
nos echamos
unas risas
capaces de iluminar
lo apagado,
de llenar
lo vacío.
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