el de subirle
o bajarle
la cremallera
a alguien,
con entregada
mirada,
sumisa
y abierta
por descubrir
lo que se esconde,
con confianza
plena
de poder hacerlo
sin reproches,
con conocimiento
de causa,
impuestos
los ideales.
Un acto
revolucionario
donde
ambas partes
deben consensuar
la intensidad
y ordenar
los turnos.
Por una vez
solo hay
vencedores
y eso es de
agradecer.
La cremallera
es el muro
a flanquear
para llegar
a la verdad.
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