martes, 5 de noviembre de 2013

Perdón, un (paréntesis)

Parece que te doy cancha
cuando en realidad 
hago trampas (a la noche)
para decorar tu colchón
(con cinco esquinas)
de versos disfrazados 
de vergüenza (pero firmes)
más un cuerpo (más otro)
joven de arte y sabio
en materia (de vinos)
de lo que me ofreces por pena
(¿o será por naturaleza?)

Respiro (monóxido)
para tragarme las (des)ganas
de quererte a sabiendas
que naciste (para no morir)
con vocación de eterna
y acabarás (aunque sólo empieces)
en uno de mis dedos
asustada y mareada
de recibir las embestidas
que te mereces 
(sin contar las mías).

Y te comprendo siempre
(pero a veces) 
cuando me dices (o cuentas)
que estar no es lo mismo que (estar)
porque si quitamos el paréntesis ()
no habrá (des)tiempo que nos
quite las lágrimas arraigadas
a una peca que grita
-¡LIBERTAD!- 
con admiración y anhelo
de aquella
utopía
dibujada en el árbol.

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