cuando en realidad
hago trampas (a la noche)
para decorar tu colchón
(con cinco esquinas)
de versos disfrazados
de vergüenza (pero firmes)
más un cuerpo (más otro)
joven de arte y sabio
en materia (de vinos)
de lo que me ofreces por pena
(¿o será por naturaleza?)
Respiro (monóxido)
para tragarme las (des)ganas
de quererte a sabiendas
que naciste (para no morir)
con vocación de eterna
y acabarás (aunque sólo empieces)
en uno de mis dedos
asustada y mareada
de recibir las embestidas
que te mereces
(sin contar las mías).
Y te comprendo siempre
(pero a veces)
cuando me dices (o cuentas)
que estar no es lo mismo que (estar)
porque si quitamos el paréntesis
no habrá (des)tiempo que nos
quite las lágrimas arraigadas
a una peca que grita
-¡LIBERTAD!-
con admiración y anhelo
de aquella
utopía
dibujada en el árbol.
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