Cuando no sepas qué hacer y de repente veas llover por tu ventana partida, descálzate y baja a la calle. Recibe el agua como quien recibe un descanso; si es preciso, que la lluvia se confunda entre tus lágrimas. Pisa aquellos charcos que enturbian tu vida y siente el frío por el que sufres. Fusiónate con el gris y sé, aquello que quisiste ser. Recoge los frutos de la tormenta perfecta, esa que tanto necesitabas. Respira tranquilo y ponle música al momento. Quizás, tómate una copa de vino. Empápate aún cuando hagas pie y cálate la piel de algo que suene a acierto. Ábrete paso entre las gotas y encuentra a tu musa (una vez más), y hazla el amor como nunca para que se vaya como siempre.
Y cuídate, pero no de ella.
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