Nos contamos lo superfluo y detallamos lo relevante. Agarramos con fuerza lo que habíamos echado de menos la semana anterior. Hacemos cómo si fuéramos científicos de lo acontecido y soñamos, LIBRES, con lo que vendrá.
Ya vamos por la tercera, la segunda la bebimos de un trago. Hace demasiado calor como para no estar de acuerdo. Recordamos aquel día que nos reímos tanto y las preocupaciones dimitieron. "Cómo vestíamos por entonces y cómo vestimos ahora, nos da la información necesaria para saber como vestiremos mañana".
Cambiamos de bar y cometemos adulterio con el vino. El coche está en urgencias por excesos varios y tú y yo, por si acaso, hablamos de "La epidemia".
En busca de un parque con el arsenal de guerra a la espalda, un hombre nos para y dice que no somos bienvenidos. Encontramos dos bancos amándose y decidimos que es el escenario perfecto para dispararnos canciones con la violencia acostumbrada. Elegimos cada uno un baño que no nos exija ningún requisito. Volvemos a reir, a llorar algo, a ser dos en uno y a querernos distantes.
Nuestras ganas de cambiar el mundo pasan por cambiarnos mutuamente.
"Noche curiosa en la que
te empeñaste en robar un lémur".
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