sábado, 18 de julio de 2020

Tres conquistas nocturnas

"Nos hacemos mayores".
Una frase que lanzamos
a lo largo de la vida
dando igual
que tengamos catorce,
veinticinco, treinta y siete
o cuarenta dos años.
Y nadie se equivoca
al decirlo,
tod@s tienen razón.
Es una de las pocas
certezas que manejamos;
dejar atrás el pasado
con cada exhalación
que expulsamos.

Dicho esto,
también sabemos
que las conquistas
en cuanto al desarrollo
se precipitan
en la primea infancia.
Un chorreo de logros,
avances y retrocesos
que nos sitúan
en el mundo.
Una posición concreta
desde la que seguir
intentándolo
con la opción
de mirar atrás
siempre que se necesite.

El cachorro se emancipó
de habitación
con un contrato flexible
y con la cláusula
de volver al nido
cuando quisiese.
Pero le gustó tanto
la experiencia
que allí se mantiene
firme, convencido
y seguro de su potencial.
A partir de ahí,
llegaron las tres conquistas nocturnas.

La primera de ellas
fue lograr
dormir del tirón
de 21.00 a 06.00
sin remordimientos
y lleno de sueños.
Amanecer con los pies
en el cabecero,
despertar dentro de un mueble
o empezar el día
calado de pis
por un pañal mal puesto.
Y Mamá y Papá
se levantaban
sin un motivo explícito
para arroparle,
para cerciorarse
que respiraba,
o con la excusa,
simplemente,
de verle dormido.
Porque hay pocos gestos
tan puros y lindos
como el de un niño dormido.

La segunda conquista
fue la de llamarnos
si por lo que fuera
se despertaba
de madrugada.
Llamarnos sin llanto,
por nuestro nombre;
bueno, más bien
gritando "Mamá",
porque Mamá solo hay una.
Para él,
el resto somos "amas",
así,
con raíces euskaldunas
congratulando a su padre.
Esa llamada nocturna
llena de admiraciones
acomodada en alguna interrogación,
algo así como: ¡¡¡¡¡Mamá!!!!!!???
Acudimos con más sueño
que razón
y hacemos lo que podemos
hasta que vuelve
a quedarse dormido.

La tercera y última
de las conquistas nocturnas
pasa por despertarse
en silencio,
superar la valla
quita-miedos
y recorrer un
salón a oscuras
lleno de fieras salvajes
de ojos brillantes
mientras esquiva
la silueta de los muebles
como si fueran
árboles legendarios,
tropezando con
algún objeto perdido
que cayó en el olvido
hasta llegar
a la habitación
de sus PaMadres
y contarnos
que nos ha llegado,
que lo ha conseguido
él solito,
haciéndonos el favor
de venir para ser cogido
y devuelto a su cama
con mucho cariño
y una sonrisa por dentro
muy divertida
por la hazaña.

Estas han sido
sus tres conquistas nocturnas
durante el confinamiento.
Ahora
y de momento,
que no hay estado de alarma,
puedes lanzarte
a conquistar el mundo,
si quieres.

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