de la rama
al moverse
por las embestidas
del viento
al chocarse
con el árbol.
El salvaje caudal
encauzado
a la desembocadura,
dejando sedimentos,
erosionando el paisaje.
El agua de lluvia
parida del cielo,
nacida del lago,
sustento del mundo
y de lo que transitamos
sin permiso ni cuidado.
La arena furtiva
que se cuela
en los zapatos
al entrar en casa,
chirría y confronta
la guerra de fuera
con la tranquilidad
de dentro.
El peligroso cascabel
de la cola de serpiente,
que anticipa el peligro,
el final y la muerte.
Las sabrosas maracas
de Machín,
atrapando dentro
el agua, la tierra y el fuego.
Desde La Habana
hasta Sevilla
pasando por Nueva York
Negros con sonido a cúspide.
El sonido del impacto
entre dos bocas
como si fuera
una puerta que se abre
para entregarte
sin condiciones
a todo lo que habita.
O el beso
como si fuera
el portazo
que nunca nadie espera
dejándote loco y torturado
por el silencio del vacío.
Imágenes.
Imágenes que nos suenan a cosas.
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