Los mismos
que utilizaron
el 8-M
para criminalizar
a la gente decente,
son los que ahora
se guardan los aplausos
y sacan ollas relucientes
para mostrar su indignación.
A simple vista,
la única diferencia
entre ambas manifestaciones
es que las ollas abolladas
se realiza en pleno
estado de alarma
sin garantizarse
las normas de
sanidad pública.
Pero si nos metemos
en materia
podremos identificar
qué es mucho más
lo que nos separa
que lo que nos une.
Para empezar,
ser patriota no es
salir a la calle
con banderas desgastadas
y lazos negros
(algunas de ellas
inconstitucionales)
con el menaje del hogar
para hacerle un escrache
al gobierno.
¿Unidad?
¿Unidad quiere la sociedad
en este momento?
Una polla como una olla
de los de Núñez de Balboa.
Yo no me uno
con tales parásitos
que no hacen más
que cagar por la boca,
porque para otras cosas
no les da.
Los malos seguirán
siendo los malos,
y los menos malos
seguirán intentando
ser menos malos.
Pero nunca tendremos
suficiente, no.
Siempre faltará algo
por hacer o decir,
o decir que hacer,
o hacer que decir.
Incluso así,
los que lo intentan,
para mí,
tienen todo el respeto
y aval que se merecen,
porque por fin,
la gente,
es parte de la solución
y no del problema.
Claro que no me representan
los energúmenos
de gomina y corbata;
tampoco los del chándal
con la gorra de España;
ni los viejos sarnosos
del bando de los opresores;
ni siquiera la gente
que no toma partido
y baila el agua
del que más le conviene.
Se llame como se llame
vuestra calle,
seáis del barrio que seáis,
vengáis de donde vengáis
y tengáis el apellido que tengáis,
se combatirán vuestros
palos de golf
con bates de beísbol,
vuestras ollas vacías
con comida que alimente
al que no puede alimentarse,
vuestra bandera robada
con lucha de clases
y vuestros gritos
con la memoria
de nuestras abuelas.
No sois tantos,
pero el eco de los medios
os ensancha la papada.
Nosotras tampoco
somos tantas,
al menos
las que nos atrevemos
a romper vuestra impunidad,
pero aquí os esperamos
con la justiciad, la humildad
y el compromiso
para daros la lección
de vuestra vida.
Y si entre los que sois
están, amigos
y familiares,
no obtendréis el privilegio
de la duda
porque la verdad
no se consume a medias,
ni tiene excepciones
ni entrecomillados,
la verdad es nuestra
por mucho
que queráis utilizarla
en nuestra contra,
como esa bandera
sin letra, ni brillo, ni orgullo.
Los de Núñez de Balboa
solo sois moda,
postureo de la sombra
que cobija al rico,
agua filtrada
de depósitos contaminados,
pájaros que vuelan bajo
que, inevitablemente,
serán arrollados.
En mi barrio
también hay ollas.
Atención al pasar
por sus calles.
Cuiden sus cabezas.