Salgo un domingo
por la mañana
a las 8.00 am
justo cuando
se apagan
las farolas.
Todo parece
tranquilo
pero se respira
un ambiente
capcioso.
Llevo varias
semanas
viendo en las
cuerdas de tender
de los barrios,
de mi barrio,,
trapos sucios
sin significado,
vacíos de contenido.
La "patria"
ondea sin fuerza
colgada con pinzas.
Una vez más
que decepciona,
una vez más
que resulta dañina,
una vez más
que olvida.
El conflicto político
inducido
nos da pie
al estallido social
para atajar
nuestras dificultades
diarias,
las que entendemos
y sentimos
mejor que nadie.
La vieja Capital
se olvida
sacar
su bandera
cuando sus hij@s
se ahogan en
un vaso de agua.
El rebaño reclama
unidad
cuando
su propio núcleo
anda desestabilizado,
cuando su educación
ya no cría,
cuando su sanidad
ya no sana.
Una vez más en
que la Carta Magna
se utiliza como
arma arrojadiza;
perros ladradores
poco mordedores.
Y precisamente
morder
es lo que me apetece,
arrancaros
de cuajo vuestras
argucias maliciosas
es concretamente
lo que me apetece.
La cuestión territorial,
los estatutos,
los idiomas,
los derechos
y libertades.
Que l@s que
prohíban
consultas
se queden mudos
para que no
pasen ell@s
consultas,
se queden ciegos
para que no
puedan redactar,
se queden solos
para no recibir
nunca respuesta.
Las fachadas
con colores chillones
de mi maldita ciudad,
gobernada,
ahora sí,
por gente valiente,
no son más que
ladrillo y cemento
que limitan
nuestra ética
y compromiso
para con l@s nuestr@s.
Prometo,
a la vuelta,
tender
el derecho
a decidir
del SI y el NO
estirándolo
con cuidado
y dejándolo
secar al sol
de las voces
que deben
ser escuchadas.
1 de octubre del 2017
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