¿Recuerdas cuándo pronunciaste
tú primer te quiero adulto?
¿A qué olía, qué sonaba, qué te rodeaba...?
Reconozco que no
me acuerdo
de mi primer
te quier-o,
y asumo
que he perdido
la cuenta
de todos los
que llevo.
Tampoco
sé los
que me
quedarán
o si algún
día se acabarán;
pero te puedo
contar con
pelos y señales,
cómo se
escriben esas
dos palabras
tan codiciadas,
cómo se
pronuncian
de noche,
o cómo se
deben mirar
al decirlas.
También
sé recibirlas
al desnudo,
multiplicarlas
por cinco
y llevármelas
de viaje.
Me enseñaron
que se podían
olvidar
fácilmente;
demostré
que su
significado
podía ser
radicalmente
opuesto,
y encontré
sinónimos
que me
ayudaron a
entender mejor
la vida...
-¿De qué estábamos hablando?-
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