Lo bueno de las charlas
entre colegas
es que cada
tres palabras,
al menos
surge una sonrisa;
con gestos abiertos
y miradas humanas,
nadie parece
darle importancia.
Todo radica
en entenderse
sin comprender
muy bien los motivos.
El caso es que
visto desde fuera,
produce envidia
y una sensación
de confort
muy pocas veces
experimentada.
Estamos hart@s
de caras largas
y corazones tristes,
imagino,
determinados
por vidas cansadas
útilmente aplastadas.
En conclusión
nos conformamos
con un círculo pequeño
"cerrado",
enganchados
los puños
haciendo
de marco,
contexto
y protección
ante lo que nos separa
irremediablemente
entre diario.
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