y su ambición,
por querer quedar por encima,
me regala TRES.
TRES palabras con las que hacer
juegos y malabares,
con las que practicar
ejercicios de creatividad,
con las que recordar
situaciones marginales,
y con las que empezar a escribir
una historia con dos guionistas.
Cerrando el cupo
y habiéndolo comprendido todo el mundo
(esos que no tienen palabras),
comienzo a jugar con las mías
paridas y bien intencionadas
para el sexto curso que nos ocupaba.
Por Verte Sonreír
Sonrío Por Verte.
Casi capicua,
yo sonrío
porque el POR,
no me da el motivo
ya que no lo necesito
si es para VERTE.
Esclavas separadas
en cuerpos de eslabones
independientes;
guardadoras de palabras
con dueñ@s
sin error a equivocarse.
A partir de aquí,
cada un@ es libre
para establecer
sus rituales y sus obsesiones.
Trastornadas TRES palabras
en la que la primera de ellas
comparte hogar y calma
con la segunda.
La última de ellas,
la tercera,
se independizó por azar
a mi suerte
(y a la del joyero)
recibiéndola sonrisas comisuras.
He utilizado sus siglas
como la única rúbrica
artística posible
al final de las cartas,
para nombrar algún dibujo,
escribiéndolas en el cristal de algún sucio coche,
en el contraste de temperaturas
que te ofrece el espejo al ducharse;
en libros comprados que leeré en 20 años
y hasta en mi piel, tatuadas con alfileres incandescentes
provocando la sangre del pacto buscado.
Menudo juego llevan dando
estas TRES palabras
y cuanto tiempo madurando.
Las puedes escribir como quieras
porque siempre significarán lo mismo:
-nada-
La cosa cambia cuando las escribe ella y las recibo yo,
y viceversa.
Nadie jamás nunca
pudo pensar
que de una canción
pudieran surgir tantas cosas...
...pero para ello
ya estamos nosotr@s,
para no escondernos y contarlo,
contarlo como si lo estuviéramos
recitando a modo de regalo.
Y la vida es injusta ¡Sí!,
y vosotr@s, pobres injust@s,
jamás recibiréis la verdad
de lo que significa
darle voz a las
TRES palabras
llamadas
Por Verte Sonreír.
Olvidándonos de la coherencia gramatical,
dejando de lado los protocolos
y enviando a la cárcel a los eufemismos,
os diré qué
una preposición
y dos verbos
por primera vez en la historia tienen dueñ@s,
por los que su esencia de universalidad
ya nos encargamos ella y yo
de esposarlas a nuestra muñecas
de hueso, piel y metal
cerrando el círculo
con el broche
que solo nosotr@s nos podemos permitir.
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