Te llevo siempre
hasta que
te gastas
de nuevo.
Página extra
para que
me quepa
todo lo que
tengo que
contaros.
Donde
he contado
más con él
que con
cualquier
otra cosa,
que con
cualquier
otra persona.
El emergente
monopolio
de todo
lo que expreso
por escrito.
Discriminación
positiva
de mis días.
Prioridades
que son
líneas rojas.
Y lo son
porque dicen
que cuentan
conmigo;
lo que no saben
es que para
hacerlo,
primero,
han de hacerlo
contigo.
En fin,
no me rindo,
continúo.
No entrego
las armas
ni te digo
dónde
se sitúan
mis zulos.
Ésta vez,
excepcionalmente,
tu próximo
hermano,
no lo parirá ella,
sino él,
el Testigo.
Con el único
con el que
lo podía hacer.
Y lo voy a hacer.
Que no te lo cuenten.
Para eso estoy yo.
Te llevo siempre.
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