miércoles, 24 de julio de 2019

El líbero

Lo primero que hice
al llegar a casa
fue besar
a mi hijo
como si
no hubiera un mañana
tras verte
por última vez.
Tú no tendrás un mañana.

"Ya estás con la Abuela",
rezaba la corona
de flores
que te acompañaba.
Y lo sabemos
porque llovió
a mitad de verano
como si no fuera
haber un mañana.

Esta es la historia
de mi amigo Isi:

Cuando jugábamos
con dos laterales
y dos centrales
tú eras uno
de estos últimos.
Y cuando jugábamos
con defensa de cinco,
tú te convertías
en el líbero.
Con el número 4.
Amagabas siempre
por la derecha
para salir
victorioso
por la izquierda
dejando al delantero
en la estacada.

Defendí a tu lado
el arco
en cientos de partidos.
Tu vía de escape.
Tu mundo ideal.
Tu conducto de ventilación.
Un míster calvo
que hizo las veces
de padre.
Y una Abuela
guerrera
que adoptó 
a un equipo entero
de benjamines.
Cómo gritaba...
Cómo nos comía los huevos
desde la grada
vestida de negro.

Tus goles literales
y tus goles
metafóricos.
Dicho de otra manera.
Tu polla en el campo
y tu polla en la ducha.
Cuando entrabas al Poli
cambiabas de traje
y de semblante.
Ojalá la vida
te hubiera dado
más horas de
entrenamiento.

Hijo del barrio,
carne de cañón.
Es innegable
que tenía
un gran corazón.
Pero eso no fue
suficiente
amigo mío.
Nuestras redes
no fueron
tan fuertes.
Éramos solo
adolescentes.

Tú no merecías
cárcel,
tú merecías
un parque
con vallas
de colores.

Te miro ahora
a través
de una cristalera
distante
y te descubro
tras años
de destierro
con la misma boca,
la misma nariz,
el mismo pelo.

Mueres siendo
el mismo líbero
que conocí.
Libre de marcas
cuando teníamos
la posesión
para hacer
una subida
épica
entre paredes
y esprines.
Ya no materializarás
más jugadas
porque el partido
se ha acabado.
Puedes marcharte
con tu Abuela
celebrando
tus gestas
y deshaciéndote
de tus errores.

El toro bravo
de la Soci.

Que lo que
no te dio
la vida, 
te lo proporcione
ahora tu descanso.
Y que dentro
de muchos años
nos veamos
en otros campos,
con otros balones,
pero exactamente
con el mismo
equipo
con el que crecimos.

_A mi amigo Isi y a toda aquella generación
que marcaron  nuestros Martes,
nuestros Jueves
y nuestros Sábados_

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