viernes, 31 de mayo de 2019

La vaquería de Orcasitas

Otra vez mi Abuela.

Otra vez los resquicios
de memoria
de los tiempos opresivos.

Otra vez
que viene a vernos
con pasos arrugados
y lágrimas en los ojos.

Pero sobretodo,
ahora,
viene a verle a él,
menos miseria,
con el corazón
menos roto.

Perteneciente
a la tercera edad,
viene buscando
acompañamiento
sin acordarse
de su precaria
pensión.
El problema social
no es tanto económico
sino el no olvidarnos
de ell@s.
Pamadres etern@s.

Y no te cansas
de sus historias.
Pese a su tiempo
sabes
que jamás llegarás
a ser tan moderna
como ella.
Ni que pasarás
por tantos cambios
y transformaciones-
Nosotras,
las del futuro,
no estamos
tan preparadas.

Pero, ¿cómo lo hacíais antes Abuela?

Pues como podíamos Hijo.

Con un valor
comunitario
más arraigado
de lo que hoy día
gritamos.
Por intuición
y supervivencia.
Por ser mujer
y tener que saber
reinventarse.

"Íbamos a por leche fresca
a la vaquería
y la cocíamos
para nuestr@s niñ@s.
La nata
que se creaba
con el calor
la úntábamos
en pan
y nos la comíamos.
Los pañales
eran telas
sujetadas
con vendas
que lavábamos
a mano.
Y cuando eran
un poco más mayores,
iba por las noches
con un orinal,
les sacaba
la pilila
y me aseguraba
de que no mojasen
la cama;
en concreto,
una litera
para tres niños
y un frío polar.
Desde entonces
perdí el sueño
y no lo he vuelto
a recuperar.

Con todo y con eso
fuimos muy felices.
No sabíamos
que se podía 
vivir de otra manera.
Y hambre no pasamos.
Nuestra familia
tuvo esa suerte.
Fue lo que nos tocó.
Por eso alucino
con todos los avances
que tenéis
ahora;
y me alegro,
me alegro mucho".

Con una asertividad
digna
de las mejores coachs,
Mi Abuela,
Otra vez,
me da otra
bofetada
de realidad
sin corromper
y asumo
a valorar
lo que poseo.

Mientras tanto,
el bisnieto,
de cuatro meses
y veintinueve días,
la mira
y la sonríe
sabiendo
que todo lo que les queda
es tiempo regalado
y que tuvo
el privilegio
de conocerla.
Inocente,
Sin remordimientos
ni expectativas
que manchasen
lo grande
en el espacio
y lo amplio
del tiempo
de su relación.

_A mi Abuela, por tercera vez;
a su Bisabuela, por primera vez_

miércoles, 29 de mayo de 2019

Hacer la cama

No hay mejor
manera
de empezar
el día
que haciendo
la cama,
en sentido literal.

Tejidos
que cambian
a lo largo
del año
al tacto
de la piel.
Donde siempre
duermen
las mismas
y ahora
uno más.

Restos
de carne,
hueso
y pelos.

Olor a familia
concentrado
en una noche
intensa.
Estiran
las sábanas
como si nos
estuviésemos
desperezando.
Alisar
las arrugas
como si
acariciásemos
la espalda.
Juego involuntario
de pies fríos
y roces de nariz.
Alientos encapotados
y melenas suaves
de ambientes húmedos.
Amarrar las telas
como cuando
se encajan
los cuerpos
y suspira
con alivio
por el trabajo
bien hecho.

Así se empieza un día.

jueves, 23 de mayo de 2019

Todavía cabes

Todavía cabes
como un
ovillo de lana
en su caja
de hilos.
Trazas de
fragilidad
ensartadas.
Estás a
un paso
de emanciparte
un poco más.

Pena y orgullo.
Ilusión,
Murmullo.

Medio metro
de escasos
kilos
en horizontal
sube tu olor
como el humillo
del café
recién hecho.
Y tu canto,
como el ascenso
a las puertas
del cielo.

Todavía cabes
encogido
abriéndote
paso
con el brazo
izquierdo,
espatarrado,
entre medias,
te engancho.

Todavía cabes
no es tanto
un hecho
como el anhelo
de un deseo.

miércoles, 15 de mayo de 2019

¿Una vida normal?

Celebramos
la vida
con las misma
intensidad
con la que
lloramos
la muerte.

Es normal
que la gente
viva
y es ineludible
que la gente 
muera.

Nací
ochomesino
en un parto largo
pero sin dificultades.

Tengo un padre,
una madre
y un hermano;
una familia
bastante tradicional
vaya.

Tuve una infancia
con horario comercial
donde me acogieron
las abuelas...
...los abuelos
ya no estaban.

La adolescencia
marcó mi presente
y mi futuro,
pero a mi parecer,
se alargó demasiado
en el tiempo.

Hice estudios superiores
aunque algunos
de ellos
no los terminé.

Como hacían
las gentes de antes,
me independicé,
me casé
y tuve un hijo.

Hasta aquí
mi dilatada vida
desde un postura
acomodada
y victimista.

Ahora
metámosle
pasión,
revolución
y poesía
libre.

Nací de
mi madre
estando
al lado
mi padre.
La dignidad
de mis días
y el modelo
en el que
me fijé.
A los ocho años
me ofrecieron
en bandeja
un compañero
de vida
perpetuo,
de pelo rizado,
mofletes
y un porvenir
incierto.
Como el de tod@s.

Durante
la infancia
nos acogieron
las abuelas.
Nosotros
tuvimos la suerte
de tener tres.
La pasamos
entre parques,
canciones tradicionales
y arrugas
en las manos.

La adolescencia
me vino grande
hasta el punto
de no querer
existir
a veces;
pero fue donde
forjé
la mejor
de mis amistades
y donde descubrí
ingenuo
a la persona
de mi vida:
"Nos llegamos tarde
en la adolescencia
y llevamos
casi toda
la vida juntas".

Inicié mis estudios
no obligatorios
con más vocación
que constancia
y acabé
donde tenía
que acabar:
dándole
varias vueltas
de campana
al rumbo.

Más tarde
de lo que hubiéramos
querido
nos mudamos 
a La Mariana,
el principio de 
nuestros
nuevos días.
Y ahí cambió todo.
Como pájaros
recién
liberados,
transportamos
las semillas
que requiere
el campo
para seguir
brotando.

Y conté
en público
el secreto
mejor guardado
de la historia.
A partir
de entonces
perdí el miedo
de rechazar
todo lo que me
producía dolor,
y de consolidar
todo lo que
me hacía falta.

No fue un
camino de rosas,
pero fue
nuestro camino.
El que te saca
sonrisas
y en el que
a veces
te hacen sentir
"como dos flores
en campo arrasado".

"Nos hicimos
mayores
y seguimos
creciendo juntas".

Pasado un año
dormimos
separadas
para darle
más emoción.
Amaneció
nublado
remitiendo
la lluvia
y con la cara
cortada.
Nos casamos
en Sábado
reuniendo
a tod@s
l@s
héroes
y heroínas
que pudimos.
Aunque
lo pareciera...
...no fue un sueño.

Sin descanso
viajamos
a la isla Esmeralda
y a las montañas
de turba.

Volvimos sabiendo
cuál iba a ser
el siguiente paso.
Y lo dimos antes
de que cantara
el gallo.
Nos miramos
sabiendo
que no teníamos
techo.
Fue un
Dos de Mayo.

Un embarazo
épico
donde no dejamos
de fumar
pero con el que sí
nos dejamos la piel
porque solo
nos faltaba
vencer.

Hasta el 23
del último
mes del año.
Nuestro año
favorito.
El que nos día
a nuestra persona
favorita
con contrato
vitalicio.

Hasta hoy.
Un cuatrimestre
y medio
después.
El de la maternidad
y paternidad
por pleno derecho,
compromiso
y deber.

¿Una vida normal
o extraordinaria?
No lo sé,
pero la mía.

viernes, 3 de mayo de 2019

2 de Mayo del 2018

Creerse importante
y saberse
imprescindible.
No, nada que ver.

Hasta que llegaste.

Fuiste noticia
con premoniciones
precavidas.

En un puente
de Mayo
recorrimos
el bulevar
con más calor
que acierto.
Un paseo
que lo iba
a cambiar
todo.
Mamá estaba
segura
y yo solo
esperaba
que fuese cierto.

Compramos
el instrumental
en la farmacia.
El más caro;
como si eso
valiese de algo
y nos proporcionase
la seguridad
que necesitábamos
¿qué más daba?

Volvimos y 
nos preparamos.
Lo percibíamos,.
se olía en
el ambiente,
pero necesitabámos
una certeza
médica.

El chorro
de su vida
y de la mía.
Y en menos 
segundos
de lo que
decían las
instrucciones,
POSITIVO,
de 3 a 4 semanas.
Ahí empezó todo,

Nos venía
una boda
y el día
de la madre
por delante,
y resulta
que tú
también
lo ibas a ser.

¡Qué sorpresa!
A poco más
de un año del
"Secreto de Neruda"
y a poco 
más de un mes
de "Casi 13 años"
ya habíamos dado
un giro de
180 grados.

Automáticamente
se desatan
los sueños,
las pajas mentales
y los miedos
como huracanes
que se llevan
todo por delante.
No hay más
retorno
que la memoria
que nos construye
sin descanso.

Una sola llamada:
al Testigo 
y a la "Testiga";
sin dilaciones
familiares
fueron
las primeras
del honor
de la luna nueva,
para que 
se acuerden,
para que no
nos olvidemos,
de donde venimos
y con quién 
nos vamos
(por nuestros
ovarios)

Jamás hagáis
caso al enemigo
cuando os pide
que olvidéis.
Ni perdón
ni olvido
para que 
la historia
no se tergiverse.

Hasta hoy.
38 semanas y 4 días
de embarazo,
un parto
inolvidable,
y 4 meses y 10 días
de acompañamiento
puro.
El de tus PaMadres.