El bote de Aquarius
al borde
de una estantería
de un supermercado
llamado Mundo.
Pende de un hilo
la integridad
se su contenido,
las vidas
que escapan
a la deriva,
sin rumbo,
ahogadas.
Las latas
hermanas
le hacen
el vacío,
cerrando
sus cajas,
con precinto,
desvergonzadas.
El mar,
la tierra
no se libran
de fronteras;
mientras tanto,
las gentes
que las habitan,
haciendo encuestas.
Un reponedor
despistado
"acoge" la lata,
perdida,
huérfana,
atrapada.
Menos da una piedra, dicen desde sus despachos.
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