La gente frente
a sus televisores
nerviosa
primero,
y en las calles
celebrándolo
después,
no sabían
lo que iba
a ocurrir
en paralelo.
Sin tener que ver
con el fútbol,
la madre,
atletista,
se preparaba
para el mayor
esfuerzo
de su vida,
para el más
bonito
que cualquiera
pudiera imaginar;
el padre,
madridista,
no pensó
ni un momento
en un partido
que le era ajeno
sino en el suyo
propio,
el más duro
y el más
esperanzador,
el de la bienvenida,
el de la acogida
y el acompañamiento.
La Kuadrilla
durmió
aquella noche
a la espera
del duodécimo
campo.
El cielo creció
para abastecer
la extensión
que llevábamos
meses esperando.
Y ocurrió.
El nuevo campo
se desplegó
para recibirnos
antes él
a nosotras.
Nos dio
la primera
lección de vida
con apenas
unos segundos
de existencia.
Un día dije:
"Que no se
te olvide nunca
los que hace mucho
ya se morían por verte".
Pues ese día ha llegado
y ahora nos toca
jugar el partido
de quererte.
_A mi duodécimo campo_
No hay comentarios:
Publicar un comentario