Se desliza firme y rotunda
la peonza por el suelo.
La cuerda tensada
al bajar el yoyó.
Estruenda la pared
cuando el balón golpea.
Madera mojada sin astillas
para poder jugar.
Los charcos se hacen suelo
y el suelo ya no hace daño.
Lápices que hacen de espadas
mochilas al cargar.
Las cuatro estaciones
se pasean privilegiadas.
Canciones muertas que reviven
generación a generación.
Y la ilusión de los pequeños detalles.
LA ESCUELA COMO SEGUNDO HOGAR.
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