- El día es vuestro- me dijo la madre...
- ¿Y qué pasó?-...
Pues pasó que cojimos el día y lo retorcimos, lo pusimos perdido de arena y le echamos sabor a piruleta. Le tiramos 27 veces por el tobogán y le columpiamos hacia lo más alto. Le curamos alguna que otra herida mientras cantábamos, le perdimos y nos reencontramos. Se le abrazó cuando fue necesario y merendamos juntos. Nos mojamos con la lluvia y nos secamos saltando en charcos. Quisimos que el día nunca se fuera, y cuando se tuvo que ir, le arropamos dando un beso de buenas noches.
Nunca nos olvidaremos de ese día vuestro, pero si lo fue, fue porque la mamá dijo que era vuestro.
Por esos días vuestros y por supuesto,
por los nuestros.
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