Casi todas
las mañanas
me la encuentro.
Esa chica
de ojos rizados,
pelo azulado
y gorra perenne
en la boca
de metro
repartiendo
el 20 minutos.
Dan igual
las inclemencias,
no importan
las noticias
que reparta.
Te da los
buenos días
y encima
te da las gracias
a menos
de cinco euros
la hora.
Lección de humildad
y de trabajo
bien hecho.
Distribuye
a diestro
y siniestro
aportando
a las caras
desoladas
un punto
de inquietud.
Por delante,
al darse la vuelta,
a los lados,
se mueve ágil
para que
a nadie
le falte
el suyo.
Ese es el regalo,
el que alguien
te busque
para darte
algo con lo
que entretenerte.
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