lunes, 31 de agosto de 2020

La balada de Sanabria

 Una PCR,
carretera
y manta.

El advenimiento
de unas vacaciones
víricas
con el empuje
de los anticuerpos.

No tener carné
no ayuda en nada,
pero ser acompañante
de una silla
homologada
tampoco es fácil.
Cada uno hace
lo que puede.

San Ciprián
de tejados
de pizarra 
y cuestas
donde se cala
el coche.
Lo que no consiguen
calarnos
son los abrazos,
esos
se quedan perennes
y arraigados
al músculo
que más late.
Allí nos demostraron
que un gallinero
es la representación
perfecta del patriarcado.
El mando único
de un gallo
agasajado
de pollas y pollos.
Lo que no sabía el gallo,
es que estábamos
planificando 
su asesinato,
somos más de 
gallinas empoderadas
que de machos beatos.

Noches fresquitas
con caricias de
quince años.
El vocerío
de las estrellas,
los ladridos
de los desplazados
y los grillos extasiados.

Atravesamos
el río Tera incontables
veces,
cruzando puentes
al sonido del claxon,
jugando en parques
de 1987.
También tocamos
juncos,
los mismos
que durante el año
nos proporcionan
cuidados.
Qué decir del Lago,
con su origen glaciar
siendo el más
grande del estado.
Nos descalzamos
y lo pisamos,
viendo playas,
montañas
y caminos
antiguamente
dominados
por lobos.

Del pueblo a la Puebla.
Estratégicamente
defendida,
estéticamente
lienzo.
Infinitas piedras
de cuesta
hasta llegar a su castillo.
Volvimos a portear,
desde hacía un año,
para seguir el recorrido;
esta vez a la espalda,
con la vista descubierta
y el poderío
de ser un niño.
Soñamos
con gigantes y cabezudos
de fiestas patronales
que este año
no iban a ser celebradas,
y ríos,
muchos ríos
con menos agua
de la que nos gustaría.

Pastoreamos
con simbolismo
y palos,
nos hicimos 
más antifascistas
y a la fiebre
la emplazamos
esperando los resultados.
Demasiado calor,
muchas escaleras
y un maletero cargado.
Porque esta vez,
no se nos olvidó nada,
ni siquiera,
seguir caminando.



sábado, 1 de agosto de 2020

La ermita de Vera Cruz

Supo su nombre
al conocer ermita.
La uve no es del virus
que azotó el planeta
mientras nadaba 
en líquidos mágicos.
Tampoco es del barrio
que la vio nacer.
Ni siquiera viene
de la estación más
florida del año.

Su nombre,
y por tanto
su UVE en mayúscula
que la acompañará siempre,
viene de cuando
su madre
descubrió
aquella ermita.
Esta es de las 
primeras historias
que tendrá
que contarla.

Una venida al mundo,
con uve,
con sabor a victoria,
también con uve,
pese a la angustia
del contagio
y la ausencia de contacto.
Una uve estacional
que solo hibernará
en otoño.
Sábado tras sábado,
esta vez con "b",
durante el estado
de confinamiento,
te empeñabas
en salir en pantalla
durante horas
para ver y escuchar 
a tu Kuadrilla.

Te empezamos
a desear desde
que conocimos
tu existencia,
por ello
y en cierta medida,
queríamos
que cada sábado
tus pamadres
no llegaran a tiempo
para el aperitivo
porque eso querría decir
que ya estarías 
aquí,
con nosotras.

Al final agotaste
todos tus días
y tuvieron
que darte un empujoncito
poniendo la mano
en tu espalda.
Y no fue fácil,
pero con apenas
minutos de aliento de vida,
ya nos has demostrado
que eres una persona
de armas tomar.

Vienes de tu padre
gigante
y tu madre
aguardiente,
la emoción más fuerte,
y serás recibida
por tu Kuadrilla
como la valiente
que eres.

Más de un mes
he tardado
en conocerte
a escasos centímetros
entre nuestras pieles.
Mi tarea pendiente:
cogerte,
porque lo de quererte
nunca sufrirá 
un ERTE.

_A mi décimo quinto campo, Vera
Faty y Jarocho_